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Emilio Rodrigué - El analista de las Cien Mil horas

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De vuelta a la querencia, comienza el cuarto acto, atravesados por fiebres políticas y de las otras. No mezzo do camino, acababa de cumplir 40 años, cuando un segundo gran amor se cruzó en mi vida. Noune era una analista eximia, de bella voz con un dejo de francés, o suprasumun de la feminidad. Juntos escribimos un libro: El contexto del proceso analítico. En la misma época comienzo a escribir cuentos de ciencia ficción que publico con la dedicatoria de “A Noune, esa marciana”. Aquí me siento por primera vez escritor por derecho propio, sobre todo al lanzar una novela, Heroína, que fue llevada al cine.

En la década del 60 se estaba produciendo un cambio de guardia en la APA. La talentosa y pionera generación de Garma, los Rascovsky, Carcomo, Pichon Rivière, Racker y Marie Langer, comenzaba a ser amenazada por los hijos de la horda primitiva: Abadi, Cesio, Libermann, Bleger, Grinberg, Mom, Noune y su servidor. Grinberg, Mimi, Libermann y yo formábamos lo que se pasó a llamar “El Grupo de Escobar”. Jorge Balan, autor de un libro de feliz título, Cuéntame tu vida, nos describe de la siguiente manera: "En Escobar se reunían los que fueron presidentes de la APA durante los años 60. Marie Langer, David Libermann, Leon Grinberg y Emilio Rodrigué que acababa de llegar de los Estados Unidos en 1963. Ellos compartían la perspectiva kleiniana y una actitud rigurosa sobre la formación analítica…Pichon Rivière y sus discípulos más próximos, Bleger y Ulloa, mantenían relaciones cordiales con un grupo de Escobar… pero no participaban de la política interna de la APA."

Digamos que fueron años donde experimenté el acre y embriagador gusto del poder. Estaba por dentro de los tejes y manejes del circuito de la IPA. Desde ese lugar, con el kleinismo en auge, comprendo perfectamente la arrogancia del lacanismo de los años 80.

Del mismo modo en que existe un trabajo de luto y un trabajo onírico, tal vez exista un trabajo del poder, ligado al procesamiento de la pulsión de muerte. Sea como sea, de procurar una esquina para mi virada política, yo diría que fue con el grupo Escobar. Así como Suzanne Langer fue mi gurú en lógica, Marie Langer lo fue en política, en el sentido maoísta del término. Melanie Klein y las Langers, mis maestros, son maestras.

Varios factores contribuyeron para la virada donde perdí el saco y la corbata. En la macropolítica soplaba el viento renovador del Mayo Francés y del Cordobazo, ambos acontecidos en 1968. Fueron los años de Woodstock, de la apertura sexual y de la Marijuana - mi cuarta maestra. Una joven camada de analistas, algunos analizando míos, como Gregorio Barenblitt, Hornstein y Matracht, junto con Bleger y Marie Langer, influenciaron mi rumbo ideológico. En la época, sin quererla ni beberla, fui nombrado presidente de la FAP, Federación Argentina de Psiquiatras - Sección Capital.

Una sombra, un eclipse negro, fue la muerte no esperada de Noune. Ella estaba en los cuarenta... Aquí se inicia el período más triste y agitado de mi vida. Marie Langer había enviudado meses antes. Sin saber nada sobre el análisis mutuo de Ferenczi y Groddeck, iniciamos un análisis cruzado que además de salvavidas en tiempo de naufragio, estrechó nuestro vínculo.

Como interludio, Moscú, 1970. Una maratón psico-existencial, encrucijada marcante que dejó como saldo cuatro amigos: Armando Bauleo, Hernan Kesselman, Fernando Ulloa y Tato Pavslovsky. Noches interminables en la azotea del Hotel Rossia, donde la bebida se pagaba con dólares. Altos debates con Marcelo Viñar y los Garcia Reynoso, discutiendo política, amor, sexo y los avatares de la pareja. Fue el tiempo del amor entre los hombres.

También fue el tiempo de Plataforma, mi mayor apuesta en el campo de la política. Bauleo y Kesselman, eran los mentores de la idea. En Buenos Aires se constituyó un grupo, integrado por los padres de la criatura, cuatro didactas, Langer, los Garcia Reynoso y yo y una serie de pesos pesados de la siguiente generación: Rafael Paz, Tato Pavlosvky y Rozitchner - 26 en total. Reuniones semanales de alto nivel. Grupo de riña, complicadísimo. En mi novela Anti-Yoyo escribo lo siguiente: "Enloquecimos al salir de la jaula dorada de la APA. Nos faltaba juego de cintura. Calle y misericordia; no teníamos consciencia de nuestros límites. Vivíamos saturados de virtud revolucionaria."

Nuestra intransigencia nos llevó a rechazar el grupo hermano de Documento, liderado por Ulloa. Tal vez los grupos de ruptura tengan que ser crueles, amigos de la guillotina. No olvidar, tampoco, la trascendencia del acto: casi 40 analistas - contando Documento - se dan el lujo de romper bajo protesta, explicitando las razones del corte. Hasta ahora la IPA había excomulgado a Reich y Lacan. Ahora nosotros la excomulgábamos. Fue un acto histórico, un pivot en la historia del movimiento psicoanalítico. Antes de Plataforma no existía información analítica fuera de la IPA.