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Fundamentación del seminario

La formación universitaria del Psicólogo incluye, en su ciclo superior, una orientación en el campo de las psicologías clínicas. Es de incumbencia profesional del psicólogo, abordar clínicamente al paciente con ciertos estados llamados, habitualmente, de crisis o descompensación.

La clínica psicoanalítica, entre otras, propone un modo de definir, diagnosticar y abordar en la cura, esos estados de crisis del sujeto. Llamamos a esas crisis o descompensaciones, en un sentido general, estados de urgencias subjetivas.

Son innumerables las ocasiones en las que el psicólogo, que enmarca su práctica en la clínica psicoanalítica, debe enfrentar la atención de un paciente en urgencia, que definimos como urgencia subjetiva y singular. Es decir es un abordaje caso a caso.  La urgencia pensada como una ruptura aguda exige al practicante a maniobras específicas que apunten a articular una demanda. Será, entonces, un trabajo preliminar.

Tanto en el trabajo institucional público o privado (hospitales, escuelas, centros comunitarios, etc.) así como en la práctica del consultorio privado se presenta el pedido de atención y contención del paciente con fuerte crisis, trastornos graves o fases de descompensación aguda.

Este terreno de la práctica, a veces descuidado por los analistas, fue soportado o reivindicado por la psiquiatría, entre otras disciplinas,  haciendo lugar a la intervención psicofarmacológica imperial e instalando una clínica de la mirada y el silenciamiento “sintomático” clausurando el decir.

El practicante, interpelado en su clínica por el paciente en urgencia se ve confrontado, también allí, a responder desde una clínica que se ciñe a una ética, ya que se trata de hacer lugar al sujeto, una vez más. Las dificultades en el diagnóstico y las intervenciones específicas, así como la creación de dispositivos de atención en estas situaciones hacen necesario un trabajo de reflexión y conceptualización, en donde desde el caso singular se planteen modos posibles de intervención en el vasto terreno de las urgencias.

La angustia, concepto central del psicoanálisis, será baliza en el momento de la recepción del paciente. El agieren freudiano, la puesta en escena, la pérdida del marco fantasmático, así como la inminencia del pasaje al acto, serán indicadores en la cura o la admisión ante los cuales, el psicólogo debe ajustar puntillosamente su labor. No claudicar ante la suspensión del saber será la tarea. El sufrimiento inefable, que presenta la agitación de un cuerpo de necesidad e impulsa a actos de desesperación tanto como al mutismo rumiante revela la presencia de lo que no anda: Lo Real a enfrentar.

Constituir dispositivos institucionales de admisión, así como el trabajo en equipo, red transferencial, serán necesarios al momento del abordaje de la urgencia

Otorgar un marco significante, articular una cadena de palabra para que el sujeto se represente es comprender que el deseo, como defensa, implica la prohibición de rebasar un límite al goce. Cuestión preliminar a un tratamiento posible, luego de la urgencia.