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Acerca de una visita / Jorge Rodríguez Solano

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Casa de S. Freud, hoy Museo...

Ante la amenaza nazi y la ocupación de Austria en Marzo de 1938, Sigmund Freud debió emigrar de Viena. Londres lo recibe luego de decisivas gestiones de su colega y amigo Ernest Jones.

 

 

... QUEDA POR VERSE HASTA QUE PUNTO PODREMOS NOSOTROS, QUE YA SOMOS VIEJOS, ENFRENTAR LAS DIFICULTADES QUE TENDRÍA LA VIDA EN OTRO PAÍS. UDS. NOS AYUDARÁN. NADA TIENE IMPORTANCIA SI SE PIENSA EN LA LIBERACIÓN. 

 

(Carta de Sigmund Freud a su hijo Ernest)

 

      Con una ansiedad ineludible caminaba hacia 20 Maresfield Gardens en el barrio de Hampstead en Londres. Era la proximidad de algo anhelado hacía tiempo.

      La búsqueda de esa dirección se acompañaba, en mi memoria, por algunas de las circunstancias históricas en las cuales me habí­a interesado particularmente: el traslado del Dr. Sigmund Freud a Inglaterra. Exactamente a Londres, esa ciudad de llamativa pulcritud que lo recibía³ amistosamente en su exilio.

      En marzo de 1937, Freud manifiesta su preocupación por el nazismo. Le escribe a Ernest Jones desde Viena: "...nadie detendrá probablemente la invasión nazi, con sus funestas consecuencias para el psicoanálisis y para todo lo demás. Mi única esperanza es que no llegue a vivir lo suficiente como para verlo" . Pese a su amor por Viena, ahí­, le expresa a Jones paradójicamente su deseo de vivir en Inglaterra como su hijo Ernest.
La invasión nazi a Austria, su patria, se produjo el 11 de marzo de 1938, la barbarie nazi atentarí­a contra su casa, sus libros fueron quemados. En mayo cumpliría sus 82 años.
     Pese a su obstinación por permanecer en Viena, más adelante Freud tendrá que decidir su traslado. Se fue para siempre de Berggasse 19 Viena, su casa durante 47 años, en junio de 1938.

La casa de Maresfield Gardens será la segunda que Freud habita en Londres. En septiembre de 1938 se instalará definitivamente hasta el último dí­a de su vida, el 23 de septiembre de 1939.

 

     En mi caminata me acercaba más al museo Sigmund Freud de Londres. Allí­ estaba, rodeada por un prolijo cerco de ligustro y un pequeño jardí­n, la casa de dos plantas estilo georgiano. Una calle arbolada, con jardines tranquilos, una zona generosamente verde, de franca naturaleza. Eso le agradarí­a al profesor de Viena.

Transpuse la puerta de ingreso con sensación solemne y de respeto. Un recibidor mediano y discreto en la planta baja hací­a de antesala al estudio del Dr. Freud. En una pared su retrato bocetado por el inquieto Salvador Dalí­ que lo visitara en esa casa acompañado por Stefan Zweig. Luego su consultorio, su lugar.
    Una emoción acumulada me invadía. Me encontraba en el lugar donde el creador del psicoanálisis habí­a vivido los últimos años de vida. Allí­ recibirí­a, aún, a sus pacientes, continuarí­a escribiendo el Moisés y dejarí­a inconcluso su Esquema del psicoanálisis.
 
   Su lugar de trabajo habí­a sido recreado para él por su hijo Ernest y su ama de llaves Paula Fichtl, exactamente como lo habí­a tenido en Viena. Sus muebles y parte de su biblioteca llegaron intactos a Londres en agosto de 1938.
    Paula distribuyó los elementos de trabajo sobre su escritorio tal como en Berggasse 19. Vi sus lentes redondos y austeros sobre ese escritorio poblado de dí­as de trabajo y escritura. El entorno similar no impedirí­a el dolor nostalgioso por su querida Viena a aquel Freud ya anciano y forzado al exilio.
 

     En carta a su hijo Ernest, escribe: "... a veces me comparo al viejo Jacob a quienes sus hijos llevaron, ya anciano a Egipto. Es de esperar que el resultado no será el mismo, un éxodo de Egipto, es hora de que Ajashverus (el judí­o errante) pueda descansar en alguna parte"


     El que fuera su consultorio era un ambiente amplio con dos salas demarcadas por una arcada. De un lado su escritorio y el diván con almohadones y mantas de telar, sobre la pared una pintura: La lección del Dr. Charcot. Amplias alfombras, su sillón, una mesa de trabajo. De espaldas a su escritorio su biblioteca abundante y tentadora. Sus autores preferidos, Goethe, Shakespeare, Flaubert, Dostoievsky, Fleischl.

Muchas fotografías de Martha Bernays, su esposa, sus amigas Lou Andreas Salomé y Marie Bonaparte. En cada lugar, reunidas o solas, sus esculturas y estatuillas romanas, griegas y egipcias, que le apasionaban, tanto como sus cigarros. La otra sala continuaba la biblioteca y su colección. Dos ventanales ahora cubiertos por espesas cortinas le permití­an ver el jardín en donde pasaba muchas horas de sus días londinenses.

  
    Permanecí­ bastante en el lugar. Visitantes pausados y respetuosos permitían una cierta intimidad con el ambiente. En la misma planta se encuentra el comedor familiar con impresionantes muebles austriacos de estilo campesino pintados a mano. Fueron traí­dos por Ana Freud, la hija dilecta de Sigmund Freud.
       En la planta alta el consultorio de Ana, que vivió en esa casa hasta su muerte en el año 1982.
En 1980 Ana Freud vende esa casa a la institución "Los archivos Sigmund Freud" para que luego de su muerte se constituyera el Freud Museum. Finalmente en el año 1986 se abre al público y se crea la fundación "Amigos del Museo S. Freud."
 
     Un libro de firmas de visitantes registra desde los lugares más variados del mundo la presencia de quienes somos interesados y estimulados por la obra y la vida de este hombre genio del siglo. Me prometí volver.
 

Quizás este recuerdo sea parte de eso.

 

 

 

 

Jorge Rodrí­guez Solano
Julio 1994