Dalí, el visitante enojado, y el Life Coach.
Hace muchos años atrás, en 1984, un grupo de analistas, invitamos a nuestra ciudad (Rosario) a un psicoanalista norteamericano que era lacananiano, Stuart Schneiderman. Este analista americano se había analizado con Lacan y había enseñado varios años en París. Por ese año, ya residía y trabajaba en Nueva York. Este colega, en Estados Unidos, como lacananiano, era como un leproso en la tribuna canalla el día del clásico rosarino. Stuart, prestigioso analista, de una inteligencia notable, cordial y simpático, llegó a nuestra ciudad en la cual dictó dos conferencias bajo el título, “Padre , ¿no ves que estoy ardiendo?” Fue en Aricana la sede del evento. Hacía poco más de un año había publicado en Nueva York un libro de amplia difusión, The Death of an Intellectual Hero (1983). La versión en español de Gedisa, “Lacan: La Muerte de un Héroe Intelectual”(1986) Jacques Lacan había muerto en el año 1981.
Desarrolló sus conferencias con gran soltura ante casi 90 analistas de nuestra ciudad, en un encuentro que tenía como plus el retorno a la democracia en nuestro país hacía ya casi un año. Varios analistas también habíamos retornado a la facultad de psicología como docentes. El psicoanálisis retornaba a los claustros de las universidades argentinas.
Terminado el trabajo, teníamos previsto una cena en un conocido restaurant que quedaba en el Parque Independencia, con buena carne argentina. Ya en la cena en la cual lo agasajábamos, dialogando con él, se me ocurrió citar a don Salvador Dalí, entonces con tono “amable”, le dije: Stuart, Dalí, decía que los verdaderos colores eran los excrementicios, los ocres, los marrones y los amarillos y que sólo a los norteamericanos se les había ocurrido inventar el color pistacho y el neón. Trataba de referirme al destino del psicoanálisis en EEUU, tema sobre el que dialogábamos. No terminé de hacer el comentario cuando nuestro invitado reaccionó con una intensidad llamativa, diciéndome que estaba loco (¿yo o Dalí?)! you are crazy, you are crazy!!. Se enojó considerablemente el americano visitante y ya parecía que no disfrutaba más del entrecote que hacía un momento había elogiado. La colega Nora Menéndez, que oficiaba de exquisita traductora, trato de suavizar el momento. Aún me da gracia el episodio.
La sangre no llegó al río, y retornamos a la amable tertulia ya sobre los postres. Partió hacia el norte.
Sorpresa mía fue cuando hace muy poco (2010) en una rueda de amigos, analistas, recordé a don Stuart y me anoticiaron que había abandonado el psicoanálisis. Uff, pistacho pensé. Busqué y encontré su página Web y pude leer su actual actividad:
“Stuart Schneiderman ha señalado por vez primera un nuevo enfoque en un libro más reciente, Saving Face: America and the Politics of Shame,(1996) “Guardando las apariencias: América y la política de la vergüenza”
A partir de entonces cerró la práctica de la terapia y comenzó a trabajar exclusivamente como un Life Coach “entrenador de la vida”.
¿Por qué este cambio?
Lo hizo porque muchos de sus clientes no quieren entrar en sus mentes. Ellos querían participar de manera más productiva de su vida. Ellos dijeron: Aquí está mi problema. ¿Qué debo hacer al respecto? Cada vez menos clientes estaban diciendo: He aquí mi problema. ¿Qué significa? Claramente, esta gente quería orientación, no interpretaciones.”
Cerré mi notebook, y fui a buscar el libro donde Dalí habla de los verdaderos colores. El pistacho es un color verde para orientadores.
Jorge Rodríguez Solano // Texto relacionado "Humanos para recordar" (Click) Enero 2011
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