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“La Represión, algunas aproximaciones en torno a la idea de lo originario”

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Universidad Nacional de Rosario

Facultad de Psicología

Trabajo final de adscripción de

“Estructura Psicológica Individual del Sujeto 1”

Ps. Marina Terradez

Noviembre de 2007

“La Represión, algunas aproximaciones en torno a la idea de lo originario”

En 1915 Freud escribe el artículo “La represión”, donde formalizará acerca de esta noción que sin tener el

título de “concepto fundamental”, es el cimiento sobre el que se edifica la teoría psicoanalítica, entre otras

razones, porque a través de él se puede dar cuenta de concepciones como las de inconciente, pulsión,

transferencia y repetición.

La represión, entonces, será una operación, un modo de procesamiento de las representaciones,

tendrá efectos en el tratamiento de la energía psíquica, pero asimismo, le es inherente, tener

consecuencias en la subjetividad.

El concepto de represión, se liga con el fenómeno de la resistencia que a su vez emerge a raíz del

surgimiento de la asociación libre como técnica psicoanalítica.

En los comienzos, Freud utilizará los términos de represión y defensa indistintamente, sólo más tarde

empleará a este último en un sentido amplio, para definir las diversas maneras con las que cuenta el

sujeto para hacer frente a lo que podría resultar displacentero u ofensivo.

Mientras que la idea de proceso represivo se circunscribirá en sentido propio, al mecanismo por

medio del cual se intenta rechazar y mantener en el inconciente representaciones ligadas a la

pulsión en los casos en que la satisfacción pulsional pudiera provocar mayor displacer que el placer

que conllevaría la satisfacción. Plantear la operatoria de la represión, implica tener presente la idea

de aparato psíquico.

Ya en 1896, en su correspondencia con Fliess, Freud empieza a esbozar un tratamiento de las

representaciones que se articula con la modalidad que describirá 19 años más tarde.

En la carta 52, tratará acerca de la memoria y el olvido, de aquello que se recuerda, de lo que se

pierde y de lo que parece perderse, aunque se tenga registro. Esto le permite suponer que lo

anímico tiene sustento en un aparato psíquico concebido como algo estratificado, con diferentes

instancias o compartimentos, idea que con algunas modificaciones sostendrá hasta la concepción de

la segunda tópica en 1923.

I II III

Pcpc S.pcpc Ics. Pcs. Consc.

X X _______ X X _______ X X ______ X X _______ X X

X X X X X X

X

1

Para Freud este aparato -que a excepción de determinadas condiciones- tiene un funcionamiento

progrediente, dispondrá de dos polos. Estos extremos, constituyen los lugares de entrada y salida,

sin embargo, no todo entra, ni todo lo que entra sale. En el extremo perceptual, es donde se

producen los actos perceptivos, que son carentes de memoria, “Ppcp son las neuronas en las cuales

aparecen las percepciones, a las que se vincula la conciencia, pero que en sí mismas, no retienen la

menor traza de lo que sucede…la conciencia y la memoria se excluyen mutuamente”2

En el extremo Consc., tampoco hay inscripción, es el polo en donde algo puede salir y donde

podemos situar la motilidad. Podríamos afirmar que lo conciente se constituye como un sistema

mezquino, ya que todo lo que tenga acceso al mismo, tendrá cierta característica de evanescente,

por ser algo momentáneo o al menos porque no podrá coexistir con otra representación en el mismo

1 Esquema que Freud desarrolla en la Carta 52 de su correspondencia con Fliess. Referencias: Pcpc.: percepción; S.pcpc: Signo perceptivo; Ics:

inconciente; Pcs: preconsciente; Consc: conciente. Spcpc, Ics, y pcs, constituyen los tres registros de las diferentes transcripciones.

2 Freud, Sigmund. Obras completas “Los orígenes del Psicoanálisis”. Manuscrito K. Carta 52. Biblioteca Nueva, Madrid 1968.

momento, de allí que si cierta huella debe acceder al sistema Consc., el mismo debe despojar de ese

lugar a otra.

Entre estos polos, se encuentran los estratos que poseen memoria, donde hay inscripción de las

huellas mnémicas, y como estas divisiones son tres, habrá tres tipos de memorias. En las instancias

intermedias, encontramos una división tópica dada por: los signos perceptivos, una instancia

inconciente y lo preconsciente. En cada uno de ellos habrá distintos registros, esto se debe a que los

mecanismos de funcionamiento en cada instancia son singulares, tienen una legalidad particular y

específica, lo que se deduce del hecho de que la modalidad operatoria imprime determinadas

marcas.

Aquello que tenga una inscripción psíquica en el aparato, lo estará sólo en alguna de las tres

instancias intermedias y además, las inscripciones que pasen de un sistema a otro, sufrirán

alteraciones, por tener que ajustarse a otras normativas de funcionamiento.

“….estoy trabajando sobre la presunción de que nuestro aparato psíquico se ha originado por un

proceso de estratificación; el material existente bajo la forma de rastros mnemónicos ha sufrido un

reordenamiento de acuerdo con nuevas relaciones….una transcripción. Lo esencialmente nuevo en

mi teoría es que la memoria no se encuentra en una versión única, sino en varias, o sea que se halla

transcripta en una serie de signos.”3

Una de las cuestiones que cabría preguntarse es ¿por qué una representación, una huella mnémica,

requeriría pasar de un sistema a otro? ¿En función de qué?

Freud considera que el procesamiento que hace el aparato de las representaciones, está vinculado a

lo placentero o displacentero en que se percibe el suceso acontecido. El aparato psíquico, tendrá

mayor necesidad de traducir y retranscribir cuanto más displacentero se sienta el estímulo, debido a

que el objetivo de esa transcripción, tiene que ver con permitir una modificación del material,

transformación en la que se intenta deshacer del displacer.

Como correlato de esto, tenemos que pensar que en la medida que el estímulo se vive como

placentero, habrá menor necesidad de modificación, y por tanto de traducción, posibilitando que las

inscripciones sucedan sin demasiado trastocamiento.4

Sin embargo, no siempre la tarea se realiza exitosamente. En determinadas situaciones, los procesos

de transcripción y traducción no logran evitar el desprendimiento de displacer, con lo cual, el

aparato pone cierto freno al pasaje de la huella mnémica al sistema subsiguiente. “La falta de

traducción es lo que clínicamente conocemos por represión. Su motivo es siempre la provocación del

displacer que resultaría de la traducción efectuada, como si este displacer engendrase un trastorno

del pensamiento que a su vez impediría el proceso de traducción.”5 Es decir, que la percepción de

displacer, es condición de transcripción y traducción de cierta huella, pero si en este pasaje de una

instancia a la subsiguiente, no se logra inhibirlo, a esa huella se le denegará el acceso a la instancia

posterior, en este caso Pcs, por lo tanto tampoco podrá tener acceso al extremo Consc.

En este escrito, Freud considera la represión como la defensa patológica que priva la traducción y

transcripción, de todos modos, la represión no evita que siga habiendo memoria, que haya registro

mnémico de las huellas que ingresaron al aparato.

Para Freud la memoria tiene que ver con las cargas, la libido. La memoria no sólo es punto de

obstrucción de la descarga, también es retención de energía. La problemática no pasa meramente

por una cuestión económica. Lo que importa, es la forma en que se organiza la memoria, las

relaciones y criterios asociativos que se establecen entre sí. Claro que para esto es condición

necesaria contar con energía.6

En 1901 Freud escribe una de las obras que quizá ha tenido mayor repercusión a nivel mundial: “La

interpretación de los sueños.” Allí formalizará un modelo de aparato psíquico que retomará la idea

3 Freud, Sigmund. Obras completas. “Los orígenes del Psicoanálisis”. (1887-1902) Manuscrito K. Carta 52. Biblioteca Nueva, Buenos Aires-

Madrid 1968.

4 Afirmo que esto sucede sin demasiada modificación, sin embargo, en principio debemos suponer que siempre habrá alguna. Si los sistemas

tienen una legalidad diferente, entonces no podremos pensar que haya identidad en las huellas de los diferentes sistemas.

5 Freud, Sigmund. Obras completas “Los orígenes del Psicoanálisis”. (1887-1902) Manuscrito K. Carta 52. Biblioteca Nueva, Buenos Aires-

Madrid 1968.

6 En realidad Freud, va a distinguir la memoria vinculada con los SP, lo Inc y Prec, de aquella vinculada a la Cons, y que se constituye como un

registro de la actividad conciente.

de aquel que había bosquejado años anteriores en su correspondencia con Fliess. Se mantiene la

idea de aparato anímico como instrumento compuesto, organizado en instancias y sistemas que

presentan una orientación progrediente que sólo se modifica a partir de determinados procesos y

circunstancias. Al sistema le adscribirá un polo sensible y otro motor, y entre estos extremos, se

interpolarán huellas mnémicas - registros trazados por las percepciones que acceden al aparato-, el

sistema inconciente, preconsciente y conciente. El diseño de este esquema constituye lo que se

conoce como la primera tópica freudiana.

En la medida que la represión funda el aparato psíquico, correlativamente inscribe en el dos leyes

de funcionamiento diverso, con lo cual la represión está dando no sólo una organización tópica, una

estructura particular, sino que además va a imprimir un ordenamiento en cuanto a su modo de

operar, le va a dar legalidad funcional establecida según dos principios psíquicos que obedecen a

leyes dispares: el principio del placer y el principio de realidad.

Teniendo en cuenta estas propiedades debemos distinguir el sistema Inconciente y preconscienteconciente7

como funcionando de manera disímil.

En el sistema Inconciente, encontramos representaciones de pulsión, que intentarán obtener una vía

posible a través de la cual lograr su expresión. Entre estas representaciones, aunque pueda haber

algunas ideas en apariencia inconciliables entre sí, no se contradicen en su intento de satisfacción,

debido a que en este sistema, no existe ni la negación, ni la certidumbre. Funciona de acuerdo al

principio del proceso primario8, esto implica que la energía es libremente móvil, que las investiduras

son lábiles, no tienen un lazo firme con las representaciones, de allí que pueda explicarse las

importantes transferencias de investidura que se realizan en los procesos de condensación y

desplazamiento.

Tampoco hay un arreglo temporal de los contenidos inconcientes, al menos no en el sentido del

tiempo cronológico9 que nos vincula con una realidad consensuada con otros. Este carácter

atemporal, sumado a las características antes descriptas, subsumen al sistema inconciente a

construir la realidad psíquica.

Freud considera, que los procesos psíquicos inconcientes, son los más primarios y remotos, y lo son

en tanto el inconciente funda el sistema de memoria, que hasta la instauración de otro principio,

más acorde a fines, constituían la “única clase de procesos anímicos”10.

Es por la imposibilidad de sostener y lograr la satisfacción esperada, que el aparato abandona esta

manera de conseguir placer, y se ve obligado a modificarla, con el objetivo de reasegurarse esa

consecución. “La decepción ante la ausencia de la satisfacción esperada motivó luego al abandono

de la tentativa de satisfacción por medio de alucinaciones, y para sustituirla tuvo que decidirse el

aparato anímico a representar las circunstancias reales del mundo exterior y tender a su

modificación real. Con ello quedó introducido un nuevo principio de la actividad psíquica.”11

Para Freud es como consecuencia de la imposición de nuevas exigencias, que hay una modificación

del aparato en este sentido. Y es precisamente, a los sistemas Preconsciente.- Conciente, a los que

queda relegada esta importante tarea.

Entre los mecanismos que encontramos sustituyendo aquellos agrupados bajo el principio de placer

están: la coartación de la tendencia a la descarga, al menos, la investidura psíquica de las

representaciones tendrá un estado de mayor ligadura, habría como cierto sujetamiento de la energía

a las representaciones, con lo cual hay un límite a la posibilidad de concretar los mecanismos de

condensación y desplazamiento. Además tendrán vigencia el principio de contradicción, el

miramiento por la figurabilidad, y una especial atención al arreglo temporal. Este sistema labora

según el principio de realidad.

Con respecto a estos dos modos de funcionamiento, no podemos pensar que existe un relevamiento

de uno por otro, no hay sustitución, por eso ni uno reemplaza a otro, ni lo supera, porque además,

coexisten. El principio de realidad es una vuelta, un rodeo, un desvío que se realiza para cumplir con

7 Esto lo consideramos así desde esta perspectiva de análisis, sin embrago en otro sentido, lo pre-consciente es estrictamente inconciente.

8 Estas ideas, Freud ya las venía trabajando en el Proyecto de Psicología para neurólogos, en el apartado “Proceso primario, proceso secundario”.

9 Sin embargo Lacan nos va a decir que hay tiempos, pero que los del inconciente tienen que ver con una temporalidad lógica.

10 Freud, Sigmund. Obras completas. “Los dos principios del suceder psíquico”. (1911) Ed. Biblioteca Nueva, Buenos Aires-Madrid 1968.

11 Freud, Sigmund. Ibidem nota anterior.

el principio de placer, y que impone una demora a la descarga, dada por el encuentro con la

realidad, pero que como fundamento último está la consecución de placer.

Las ideas metapsicológicas, que en un primer momento Freud sostenía bajo los conceptos de huellas

anémicas, memoria, cargas, irán tomando otras formas, otros modismos, emparentándose al intento

de dar cuenta acerca del origen del aparato anímico, y de conceptos correlativos a esto: el

representante y la pulsión.

Para Freud la represión primordial realiza dos movimientos fundamentales: Instaura una fractura

fundacional, una demarcación que organiza al aparato estratificadamente, separándolo en sistemas,

organizándolo de manera tal que cada uno de ellos sea gobernado según leyes distintas. Por otro

lado produce una fijación de la pulsión a un representante, conformando esto, el núcleo de lo

inconciente.

En “Pulsiones y destinos de pulsión” Freud plantea que la pulsión proviene desde el interior y que

actúa sobre lo anímico exigiendo la realización de distintos actos específicos tendientes a eliminarla,

ya que la fuga haría ineficaz su supresión, porque no se puede huir de lo interior. La pulsión se

presenta como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático, un representante anímico de los

estímulos corporales, que impone una exigencia constante en tanto fuerza perentoria.

Teniendo en cuenta que la represión es lo que liga la pulsión a un representante y sin representante

no podemos pensar la pulsión a nivel anímico. La pregunta por hacernos es ¿qué hay de la pulsión

antes de la represión?, ¿Qué es? Aquello que tenía existencia en ese sitio recóndito que es la zona

de bordes, el límite entre lo psíquico y lo somático, ¿Qué es antes de que opere la represión? Carlos

Kuri, en su libro “Introducción al psicoanálisis” retoma una idea de Paul Ricoeur que plantea que la

pulsión en el sentido originario del término, es necesariamente lo que se manifiesta como resultante

y producto de una fijación al representante, antes de la represión no podemos pensar en términos de

pulsión, porque antes de que opere este mecanismo, la pulsión no existe, en la medida en que sólo

existe ligada a un representante, al que se fija como consecuencia de la ur-verdrängung.

Freud también la define como un concepto, una representación simbólica de aquellos caracteres que

hacen a lo que se considera bajo el nombre de pulsión. Sin embargo podemos leer como

antecedentes de la misma, las inscripciones, marcas, de las que no se puede decir nada, porque son

inscripciones sin representante, lo que en la “carta 52 a Fliess” aparece como los signos perceptivos.

Las inscripciones, las primeras marcas, tienen que ver con el empuje, aquello que motoriza para una

descarga, descarga que tendrá por tope a alguna otra fuerza contraria.

La pulsión, como la conocemos, en su definición y agrupada en cuatro elementos, a saber

perentoriedad, fin, objeto y fuente, es tal a partir de la represión primordial que producirá una

sujeción de la pulsión con una agencia representante. Esto constituye la inscripción de la pulsión en

el aparato psíquico. Los dos movimientos se implican y condicionan mutuamente. Es a partir de este

quiebre fundacional, que a la pulsión se le deniega su descarga y aquello que no puede descargar

toma el lugar de representante.

“Pues bien, tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fase de la

represión que consiste en que a la agencia representante psíquica de la pulsión se le deniega la

admisión en lo conciente. Así se establece una fijación; a partir de ese momento la agencia

representante en cuestión persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella.”12

Su mecanismo es el de la contrainvestidura, es decir, una investidura contraria a aquella que se

esfuerza y golpea con afán de ser conciente. Las representaciones que intentan acceder a la

conciencia, serán posibles de frenar y mantenerlas en lo inconciente, siempre que haya una fuerza

en sentido contrario que actúe de manera tan constante y perentoria como la fuerza pulsional,

suceso que implica un alto y constante gasto energético.

Surge aquí el interrogante acerca de cómo es posible que se instrumente este mecanismo, ¿De

donde obtiene la Represión primordial esa fuerza para contrarrestar y poner freno a la moción

pulsionante? ¿De dónde emerge la fuerza de la contrainvestidura?

12 Freud, Sigmund. Obras Completas. “La Represión.” (1915) Amorrortu Editores Buenos Aires 1976.

Es innegable que entramos en un terreno sombrío, opaco, aunque necesario, ya que lo originario,

tiene anticipación desde el sentido lógico, en tanto que a partir de su existencia es posible que

sucedan otras cosas.

No por ser intrincado y complejo, ni por contar con casi nula data experiencial, lo originario deba ser

algo meramente conceptual, “si bien es una operación que hace al origen del aparato, observemos

que no podemos reducirla a una abstracción desentendida de la práctica.”13

Para dar cuenta de esto Freud apelará a la construcción de una ficción, la “tesis de Tótem y tabú”, se

realiza como una estructura teórica vinculada a lo originario, constituye y establece una traza, un

entretejido que se arma a partir de las huellas que ha dejado tras sí mismo. “El mito es precisamente

lo que puede ser definido como otorgando una fórmula discursiva a esa cosa que no puede

transmitirse al definir a la verdad, ya que la definición de la verdad se apoya sobre sí misma, y la

palabra progresa por sí misma y es en el dominio de la verdad donde ella se constituye”14.

Lacan nos va a decir, “cada vez que hablamos de causa, siempre hay algo anticonceptual,

indefinido”15. La causa tiene que ver con lo no realizado, hay un hueco, una hiancia y es a partir de

esa ranura, que se intenta montar algo, que se intenta cubrir con alguna teorización, pero que

jamás la repletará.

“Lo que constatamos de lo que adviene del saber en el lugar de la Verdad, - quiero decir en el

discurso del analista- creo que ustedes no esperaban lo que voy a decir ahora…. Todo lo que vemos

cuando se trata de la Verdad, al menos de la verdad primera. Aquella que sin embargo nos interesa

un poco, por más que la ciencia nos haya hecho renunciar a ella, …está ocupado por el mito.” 16Los

mitos constituyen una ficción que intentan transmitir algo de la verdad, intentan bordear algo que

tiene vinculación con lo originario. Allí donde hay cierta discordancia, donde se busca la verdad, allí

nos convoca el mito.

Freud a partir de la organización de ciertos datos y conjeturas realizadas por Darwin y Atkinson, a

partir de presunciones de las que disponía en ese momento, escribe “Tótem y Tabú”. Este texto de

1913, constituye una construcción teórica que tiene viso ficcional, y que tiene por función dar una

posible lógica a lo que habría sido el origen de la organización del sistema social, tal y como está

estructurado hoy día.

Lo que en primer momento llama la atención a Freud, es que en las poblaciones más primitivas del

momento, que ubica en Australia, con características muy particulares, existe como orden social, un

modo de funcionamiento correlativo a un sistema totémico. Allí se ha organizado la ley según la cual,

“los miembros de un único y mismo tótem, no deben entrar en relaciones sexuales y por tanto, no

deben casarse entre sí”17. La ley de la exogamia, es inseparable del sistema totémico en donde se

establece una regulación, reglada en relaciones de parentesco, a partir de una prohibición que se

basa entre una persona y un grupo. Esto determina un sistema clasificador en donde un individuo

considera como padre a todos aquellos que podrían haber desposado a su madre y llama madre a

todas las mujeres que podrían haberlo engendrado. Lo mismo sucede con los hermanos. Se observa

entonces que hay una red de relaciones de parentesco que se representa a través relaciones

sociales más que físicas o parentescos de sangre.

La pregunta que se hace Freud es ¿cómo se llega a una organización tal? Es ahí donde construye el

mito.

Retoma una teoría darwiniana que considera que en un primer momento, habría un padre primordial,

padre de la horda, gozador de todas las mujeres. Padre violento y celoso que se atribuía el derecho

de gozar de toda mujer que estuviera a su alcance imposibilitando a sus hijos de esta facultad y

expulsándolos conforme crecían. Freud construye la idea de que los hermanos expulsados se reúnen

y dan muerte al padre, devorando su cadáver en un solemne ritual, poniendo fin de esta manera a la

horda primitiva. El padre tirano constituía seguramente un modelo a la vez envidiado y temido por

13 Kuri, Carlos. Introducción al psicoanálisis. Homo Sapiens, Rosario. 1994

14 Freud, Sigmund. Obras Completas. “El mito individual del neurótico.” Ed. Biblioteca Nueva. BsAs- Madrid 1968

15 Lacan, Jacques. Seminario 11. “Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”. (1964) Ed. Paidós. 1997.

16 Lacan, Jacques. Seminario 17. “El reverso del psicoanálisis”. (1970) CD Room Freud Total.

17 Freud, Sigmund. Obras completas. “Tótem y tabú”. (1913) Ed. Biblioteca Nueva. Bs As- Madrid 1968

cada uno de los hermanos, de manera que al incorporar su cadáver, podían identificarse a él e

incorporar parte de sus fuerzas.

A partir de este suceso, asegura que el padre muerto adquirió mucho más fuerza y poder que el

poseído cuando vivo, y como consecuencia de ello se instalan los dos tabúes sobre los que descansa

la humanidad: la prohibición del incesto y del asesinato. Se evidencia una lógica de segregación

respecto de la totalidad, a saber, la excepción no confirma la regla, sino que la instaura, la funda

como tal. Los hermanos desautorizan su acto, prohibiendo dar muerte al tótem, subrogado de padre.

Asimismo, prohíben el contacto sexual con todas las mujeres, limitando el comercio sexual sólo a

algunas. “La ley del padre va a regular cuánto goce puede tener cada hermano. El ingreso de esta

norma, Freud lo hace pasar por la comida”18

“Un acontecimiento como la supresión del padre por la horda fraterna debía de dejar huellas

imperecederas en la historia de la Humanidad y manifestarse en formaciones sustitutivas.”19

Para Freud, el asesinato del padre, está vinculado con una herencia filogenética, que va a dejar sus

marcas, sobre todo a nivel de estructura social, sin embargo no podemos dejar de pensar que esto

también tenga implicancias a nivel subjetivo.

Me atrevo a considerar el mito freudiano como una reconstrucción a partir de datos que se

ensamblan en una estructura particular, en donde se logra un trabajo opuesto a la modalidad en que

se organizan las formaciones de lo inconciente, en las cuales se alcanza una “transposición del

material de un pasado olvidado al presente o a una expectación futura”20.

Al mito lo vinculo con la reconstrucción, con un intento de explicar algo, con la posibilidad de darle

lógica y sentido a una estructura arcaica, a partir de un dato actual. En este procedimiento, se

realiza algo que va más allá de coincidir con una “verdad material” porque su validez reside en

construir un fragmento de “verdad histórica”, realidad que en sí misma tiene eficacia. Es una

construcción ficcional que conlleva una motivación y eficacia simbólica irrefutables.

“Si consideramos a la humanidad como un todo y la sustituimos al individuo humano aislado,

descubrimos que también ella ha desarrollado delusiones que son inaccesibles a la crítica lógica y

contradicen la realidad. Si a pesar de esto son capaces de ejercer un extraordinario poder entre los

hombres….deben su poder al elemento de verdad histórica que han traído…”21

“El mito freudiano tal como se enuncia, no ya a nivel de lo trágico con su sutil flexibilidad, sino en el

enunciado del mito en “Totem y tabú”, es la equivalencia del padre muerto y del goce. Ahí está lo

que podemos calificar con el término de operador estructural. Acá el mito se trasciende por enunciar

a título de lo real- porque es eso sobre lo que Freud insiste: que eso pasó realmente, que es lo realque

el padre muerto es quien tiene la custodia del goce, y es de donde partió la interdicción del

goce, de donde ésta provino”22.

El asesinato del padre de la horda, tiene la particularidad de ser instaurador de un ordenamiento

social determinado, y para Lacan, esto se produce en el segundo momento del asesinato del padre,

vale decir cuado se “descubren hermanos”23 ya que la función de interdicción proviene del común

acuerdo entre ellos. El “complejo paterno alimentario” como dirá Silvia Amigo, organiza e inaugura

algo de los orígenes. En este sentido, será importante diferenciarlo del padre del Complejo de Edipo,

en tanto éste, introduce al niño dentro de un sistema ya preestablecido y reglado, lo introduce a un

orden que lo preexiste y excede.

La represión primordial, originaria, Urverdrängung, correlativa y solidaria de estas cuestiones, por ser

originaria, es una ficción freudiana que tiene su eficacia en el hecho que instaura y organiza la Ley

de prohibición del incesto.

18 Amigo, Silvia. “Clínica de los fracasos del fantasma.” Ediciones Homo Sapiens 1999.

19 Freud, Sigmund. Obras completas “Tótem y tabú.” (1913) Ed. Biblioteca Nueva. Bs As- Madrid 1968

20 Freud, Sigmund. Obras completas. “Construcciones en análisis.” (1937) Ed. Biblioteca Nueva. BsAs- Madrid 1968

21 Freud, Sigmund. Ibidem nota anterior.

22 Lacan, Jacques. Seminario 17. “El reverso del psicoanálisis.” (1970) CD Room Freud Total.

23 Ibidem nota anterior.

Antes de continuar con una línea conceptual que Freud inaugura por los años 20 vale aclarar algunas

cuestiones como qué define Freud por represión, cuál será su labor y qué consecuencias adquirirá

este mecanismo a nivel de la estructura psíquica.

La represión, constituye uno de los destinos de la pulsión, cuya función será constituir las barreras

que apuntan a despojar a la pulsión de su eficacia, vale decir, evitar que alcance la consecución de

placer. Freud agrega que es un mecanismo intermedio entre la fuga y el juicio adverso, ya que de la

pulsión no se puede escapar, en tanto es un estímulo proveniente del interior; en este sentido uno

no puede escaparse de uno mismo. Tampoco se puede hacer algo más elaborado con ella, como

realizar un juicio condenatorio, porque la pulsión proviene de lo inconciente, y la posibilidad de

realizar una sentencia sólo puede llevarse a cabo desde la conciencia.

En el artículo “La represión”, Freud se pregunta las razones por las cuales la pulsión, tendrá como

finalidad este destino, planteando que “habría de ser condición indispensable que la consecuencia

del fin de la pulsión produjese displacer en lugar de placer”24 Esta problemática acontece por el

hecho de que si bien la satisfacción pulsional es en sí misma placiente, puede entrar en conflicto

con los principios y aspiraciones de otros sistemas. Efectivamente, producirá placer en el sistema

Inconciente, pero también suministrará displacer en el prec- conc, siendo el displacer superador al

efecto placentero.

Además, debemos apreciar, que se requiere acudir a este proceso, el represivo, porque el displacer

dispensado, parecería no susceptible de ser procesado mediante otros mecanismos, aquellos que

constituyen los más primarios destinos de la pulsión, a saber, la orientación contra la persona propia

y la transformación en lo que contrario.

“La represión no es un mecanismo de defensa originariamente dado, sino, que por el contrario, no

puede surgir hasta después de haberse establecido una precisa separación entre la actividad

anímica conciente y la inconciente. Su esencia consiste exclusivamente en rechazar y mantener

alejados de la conciencia a determinados elementos…..antes de esta fase de la organización anímica

serían los restantes destinos de pulsión … lo que regiría la defensa contra las pulsiones.”25

La represión secundaria o propiamente dicha, tiene por objetivo evitar el displacer que pueden llegar

a producir representaciones pulsionales que entran en conexión asociativa con lo reprimido

primordial, y lo logra a través de posibilitarles su mismo destino, relegarlas a lo inconciente.

Con respecto a lo que resulta displacentero, para Freud, el factor cuantitativo, es fundamental. “la

magnitud de la energía psíquica define el destino de cada representación. …. En cuanto la

representación repulsiva en el fondo traspasa cierto grado de energía, surge el conflicto, y la entrada

en actividad de dicha representación trae consigo la represión”26

Para que la represión acontezca, Freud asegura que es indispensable la colaboración de dos fuerzas

que laboren con el mismo objetivo: será así necesario, que el sistema conciente ejerza una repulsa

con intento de desalojo sobre la representación que será reprimida, y que a su vez, lo reprimido

primordial, ejerza una atracción sobre aquello que entra en conexión consigo. Mantener una

representación reprimida, dispensará de gran cantidad de energía, la misma cantidad o más quizás

que el equivalente a su Drang, el empuje, del que dispone la pulsión para intentar su descarga.

La represión propiamente dicha supone entonces de tres tiempos: Primero es necesario sustraerle a

la representación su investidura precc- conc, ya que esa representación, una vez ocurrida la

represión, adquirirá investidura inconciente. La investidura precc-conc que se le sustrajo a la

representación ahora reprimida, se desplaza para investir otra representación que tiene algún lazo

asociativo con la anterior. La investidura preconsciente desplazada a otra representación, va a

cumplir la función de contrainvestidura, esto es, va a ejercer una fuerza contraria a aquella de la

representación reprimida, logrando con esto retener la representación en lo inconciente para evitar

que lo reprimido tenga nuevamente acceso a la conciencia.

Sin embargo, la represión fracasa y de su fracaso atestigua la gran variedad de producciones que

como formaciones del inconciente se cuelan en el devenir conciente del sujeto. Es a partir del chiste,

del acto fallido, del olvido, de los sueños o síntomas que tenemos noticias de que la represión

24 Freud, Sigmund: Obras Completas. “La represión” (1915) Amorrortu Editores, Buenos Aires 1976.

25 Freud, Sigmund: Ibidem nota anterior.

26 Freud, Sigmund: Ibidem nota anterior.

acontece. Cada vez que una representación se ha distanciado lo suficiente del núcleo reprimido, ya

sea por su deformación o por la existencia de una gran cantidad de eslabones intermedios, se hace

camino para el acceso a la conciencia. En determinadas ocasiones, el levantamiento de la represión,

sucede de manera pasajera, quedando al poco tiempo, nuevamente restablecida.

Freud, va a darle a la represión dos características importantes, una de ellas es la de ser altamente

individual, afirmándolo en el sentido de que la represión labora con cada representación en forma

particular, y que cierta modificación o deformación de una representación, puede implicar que su

destino no sea caer bajo la represión. También aclara que es móvil, porque su mecanismo, no es

realizado como un acto único con efecto duradero, sino que exige un trabajo constante, esfuerzo

correlativo a la presión ejercida por lo reprimido para hacerse un lugar en lo conciente.

Pensar acerca del proceso represivo, hace necesario descomponer dos aspectos de la pulsión, el

energético y el representacional. Freud va a distinguir entre lo ideativo y el monto de afecto,

planteando que una vez acaecida la represión sobre una moción pulsional, los destinos de la

representación y del afecto serán diversos. Con respecto a la representación, el objetivo será

desalojarla de la conciencia en caso de ser conciente, o también evitar y limitar tal posibilidad si era

una representación que tenía aspiraciones de llegar a serlo. En términos generales, se relegará a lo

inconciente el aspecto representativo.

Algo especial sucede con el tratamiento que se realizará del monto de afecto. Encontramos

diversidad en sus derivaciones, los rumbos que tome dependerá de los diferentes tipos de

psiconeurosis: histeria de conversión, neurosis obsesiva e histeria de angustia. En ese orden, el

monto de afecto puede quedar sofocado, transformado en un afecto diferente o aparecer bajo la

forma de angustia.27

Frente a estos acontecimientos, Freud afirma que la represión, no es totalmente exitosa, ya que si su

objetivo era evitar el displacer, es evidente que no lo consigue. Sólo puede alcanzar su fin en cuanto

al destino de la representación, pero en relación al afecto, tiene sus dificultades, y el desarrollo de

malestar, nos anoticia de su fin malogrado. El aspecto cuantitativo de la pulsión, su magnitud de

fuerza, no se reprime ni tampoco deja de hacerse presente a la conciencia a través de sensaciones,

entra a circular y a tener derivaciones afectivas. Una de las maneras en que puede marchar y

manifestarse, es presentándose como sentimiento de angustia. En este contexto, Freud plantea

una primera teoría, donde la angustia es el resultado o la consecuencia del proceso represivo, y lo

determina desde un planteamiento meramente económico, ya que sería la manifestación subjetiva

de una cantidad energética que no ha tenido derivación posible, consiste en libido trasmudada en

angustia.

Esta primera teoría de la angustia, será reelaborada a partir de los años 20, tiempos en los que

Freud desarrollará escritos vinculados al Complejo de Edipo y la femineidad, desarrollando una teoría

sexual a la que necesariamente se ligará el proceso represivo.

En “Inhibición, síntoma y angustia”, estas temáticas se articulan con lo que considera la “segunda

teoría de la angustia” construcción que por otro lado, desde sus comienzos tiene raigambres en la

temática de la represión.

Freud va a abandonar la diferencia entre angustia realista y angustia neurótica que venía planteando

a partir de 189528 para concebir una nueva dualidad, la angustia automática y la angustia señal,

concepciones que también se construyen a partir de la segunda tópica.

Considerará la angustia automática, como una reacción frente a un trauma, pensando el trauma

como una situación en la que el sujeto experimenta una vivencia de desamparo frente a un cúmulo

de excitaciones que no puede derivar o tramitar psíquicamente. La angustia se padecerá al

experimentar el trauma o la reproducción del mismo. Sería una manifestación, frente a un

incremento de la tensión endopsíquica.

Freud en este artículo enumera el nacimiento, la falta o ausencia de la persona amada y la

castración como las condiciones bajo las cuáles el sujeto puede sentir desvalimiento, y por tanto

27 Esto es lo que Freud trabaja en relación a los textos de la metapsicología, donde construye la primera teoría en relación a la angustia, a la que

considera como emergiendo por consecuencia de la represión. Un tratamiento diferente será el que realice a partir de 1925 con “Inhibición,

síntoma y angustia”.

28 Freud plantea esta diferencia pensando en la posibilidad de desarrollar angustia frente a una situación exógena (angustia realista) o frente a

una excitación endógena (angustia neurótica) en los textos “Neurosis de angustia”, “La represión”, “Lo inconciente”, etc.

interpretar como acontecimiento peligroso. Sin embargo, las otras pérdidas se resignifican a partir

de que funciona la amenaza de castración, allí, donde no hay posibilidad de pérdida real, funciona la

premisa, que da lugar a las fantasías de pérdida que en definitiva le hacen cobrar nuevo sentido a

las demás.

También Freud incluye en esta serie, es decir, como condición o causa de trauma al “temor al super

yo”, sin embargo considero importante establecer que esta idea no se puede soportar dentro de la

dirección conceptual planteada, por el hecho de que la castración es lo que se juega en la

estructura del complejo de Edipo como ordenador y propiciatorio de la construcción del super yo en

el niño. El super yo será la estructuración que hace cada niño en los términos de la “resolución” del

complejo. De todas formas, es necesario prever que la modalidad en la que esta instancia se erige

y formula, tiene que ver con la manera en que cada uno es atravesado por mencionadas estructuras.

Freud por su parte definirá la angustia señal como una respuesta del yo frente a la posible

amenaza de desarrollarse una situación traumática. Sería un mecanismo del que se vale el yo, para

enviar una señal que sea signo del inminente peligro de experimentar una situación no tramitable.

Aquí tenemos que considerar varias cuestiones: En primer lugar que la angustia señal tiene su

predecesor en la angustia automática, ya que el afecto reproducido como señal, se establece sobre

el modelo del experimentado de forma directa. “Aunque los peligros internos cambien en las

diferentes etapas de la vida, tienen como carácter común el implicar una separación o pérdida que

puede conducir a una acumulación de deseos insatisfechos y por ende a una situación de

desvalimiento.”29

Lo novedoso en esto, se debe al hecho de que el desencadenamiento de la señal de angustia puede

funcionar como una manera de representarse la anticipación de una situación que no se ha

desarrollado pero a la que se intenta evitar.

Hay una diferencia fundamental entre las dos, y es el hecho de que la angustia señal, se presenta

como el puntapié inicial a partir del cual el yo emprendería una defensa: a saber la represión.

A diferencia con la primera teoría, en este planteo la angustia es condición de represión. ¿Por qué lo

sería?

La angustia señal, se desvela como una expresión llevada a cabo por la instancia yoica con el fin de

evitar displacer, indicio afectivo que sólo es vivenciado por el yo. El ello podrá ser, la instancia de la

que parten procesos susceptibles de desencadenar angustia, en la medida en que tales

manifestaciones, puedan llegar a dispensar displacer para el yo.

Freud dice que a cada una de las diversas etapas a las que podemos vincular con el desarrollo del

yo, se le adscribe determinada causa de angustia: así el temor a la pérdida del otro, se evidencia

vinculada a la dependencia infantil a los padres, etc. Sin embargo, en la medida en que la castración,

funciona como ordenador a partir del cual se significan las otras pérdidas, en parte desestimará esto

para concluir que la angustia es siempre angustia de castración.

Esto funciona en la niña, en la medida que la castración, aparece como acto consumado, a partir del

cual, ingresa en el complejo de Edipo, y es correlativo con la idea de la pérdida del amor de objeto. Y

en el varón, la castración posibilita la salida del Complejo de Edipo, en consecuencia también implica

la pérdida del objeto de amor. Es por amor, que funciona la amenaza de castración, ya que a partir

de su operatoria, se resignan los objetos de amor incestuoso, permitiendo esto acceder a otros

objetos.

Freud va a decir entonces, se reprime por angustia. La angustia es angustia de castración, es

angustia frente al incesto porque el incesto es causa o premisa de castración. Se renuncia a lo

incestuoso, para poder mantener aquello que permita el acceso a objetos por fuera de los padres, lo

que también permite mantener el amor parental. En definitiva lo que se pone en juego con la

castración, son cuestiones de amor.

Retomando un poco la manera en que Freud arriba a la formalización de la teoría del Complejo de

Edipo, a partir del mito literario de Sófocles, en la carta 71 de su correspondencia con Fliess, Freud,

esboza lo que años más tarde va a legitimar como una teoría.

29 Freud, Sigmund: Obras Completas. “Inhibición, síntoma y angustia”. (1925) Ed. Biblioteca Nueva. BsAs- Madrid 1968.

En esta misiva plantea lo siguiente: “También en mí comprobé el amor por la madre y los celos

contra el padre, al punto que los considero como un fenómeno general de la temprana infancia…..

Si es así, se comprende perfectamente el apasionante hechizo de Edipo Rey, a pesar de todas las

objeciones racionales contra la idea del destino inexorable que el asunto presupone, entonces

también, podríamos comprender por qué todos los dramas ulteriores de ese género estuvieron

condenados a tan lamentable fracaso. Es que todos nuestros sentimientos se rebelan contra un

destino individual arbitrariamente impuesto…el mito griego retoma una compulsión de destino que

todos respetamos porque percibimos su existencia en nosotros mismos.” 30

En estos párrafos, retomando una idea que plantea Kuri en “Introducción al psicoanálisis”, hay dos

cuestiones que me resultan inquietantes, por lo cual considero es substancial hacer algunas

puntualizaciones. Por un lado, se observa la idea del complejo como una estructura transindividual,

que anticipa al sujeto y que lo pone en funcionamiento. Pareciera que la fascinación que produce la

obra está anudada al hecho de que la temática que constituye la trama, vale aclarar: el conflicto, el

asesinato al padre, el incesto, son mociones que se encuentran en germen en el alma de cada ser

humano, que a su vez lo anticipa en la secuencia histórica, como también lo sucede, encontrándose

cada sujeto siendo una pieza de la trama, de la novela que se construye a nivel familiar. Esto me

moviliza a preguntarme ¿Qué de lo conflictivo de este universal se erige como lo originario en cada

sujeto?

Otra de las cuestiones que quiero destacar, tiene que ver con el carácter destinal con el que Freud

hace referencia al tema. “Edipo evoca el sentido que irradia la lucha de la voluntad entre los dioses y

la impotencia humana: cómo alguien a partir de estar determinado por su destino, sabiendo de esa

determinación no puede evitarlo y cumple finalmente lo dictaminado por el oráculo. Es una especie

de pendiente a cumplir el destino, por un lado sabiéndolo y por el otro desconociendo que estaba

resbalando en ese destino…”31

En “Lo ominoso”, Freud, habla del “eterno retorno de lo igual” para hacer referencia a que en lo

anímico, habría cierta tendencia de repetir, que lo considera como una compulsión, y que atribuye

como una característica de la pulsión, como algo que es intrínseco a lo pulsional. Asegura también

que esta compulsión de repetición, le “confiere un carácter demoníaco” a lo anímico. La pregunta

por hacernos es ¿Qué de lo pulsional le otorga este carácter? ¿Qué vínculo tiene esto con lo que

insiste y se renueva cada vez en el complejo de Edipo?

Lacan retoma estas cuestiones y lo hace tomando dos términos aristotélicos: automaton que define

como red de significantes y tyché traducido desde el psicoanálisis como el encuentro con lo real.

Desde el Seminario 11, Lacan considera que la repetición, caerá en el campo de la tyché, tiene que

ver con una cita siempre reiterada con un real que se escabulle, y justamente porque se evade,

porque se escapa, porque es un encuentro fracasado, un encuentro con desencuentros, se repite. La

función de la tyché, como encuentro con un real esencialmente fallido, se presenta en la forma del

trauma, en lo que tiene de inasimilable, en ese sentido dirá que la repetición no es reproducción,

sino repetición de una decepción, vinculada con un real que el sujeto está condenado a errar.

El automaton, se presentará como algo que retorna como recubriendo ese real, como una

articulación propiamente simbólica “lo real está más allá del automaton, del retorno, del regreso, de

la insistencia de los signos…”32

Es importante diferenciar entonces, repetición de la manera en que algo de esto retorna, del retorno

de los signos. La repetición es lo que se presenta siempre como velada, enmascarada, y justamente

como ostenta estos atributos, algo siempre se reanuda, se reinicia, justamente por no poder

anudarse.

Lacan propone detectar el lugar de lo real en la línea que se dirige del trauma, del acontecimiento,

hacia el fantasma, el velamiento de ese real traumático. Lo real puede lucir como ese aspecto que

puede aparecer como accidental, pero que en definitiva activa ese real que se esconde tras la falta

de representación, aquello que se muestra como inasimilable, “el trieb por venir”.33 En este sentido

30 Freud Sigmund. Obras Completas “Los orígenes del psicoanálisis.” (1887-1902) Carta 71 a Wilhelm Fliess. Ed. Biblioteca Nueva. BsAs- Madrid

1968.

31 Kuri, Carlos. Introducción al psicoanálisis. Ed. Homo Sapiens. Rosario, 1994.

32 Lacan, Jacques. Seminario 11. “Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”. (1964) Paidós 1997.

33 Lacan, Jacques. Ibidem nota anterior.

se distancia de Freud, ya que no repara en el hecho de que la repetición esté a nivel de la pulsión,

sino en lo que no se ha anudado a un representante. Más adelante va a plantear, que la repetición,

en definitiva está indicada en lo que constituye el goce.

Retomo las cuestiones vinculadas con el mito, con esa estructura ficcional, que se realiza como

pantalla que recubre un real, e intenta explicar algo del acontecimiento, del trauma. El análisis se

conduce y dirige hacia lo que se puede aprender como “el hueso de lo real”, intentando develar

aquello que está más allá del mito individual. Sin embargo, en tanto lo real es inasimilable, sólo

podremos bordear ese real, rodearlo, justamente por ser algo esquivo.

La manera en que nos aproximamos a ese real traumático, es siguiendo los rastros que tras de sí

deja la represión, como retorno de lo reprimido, seguimos las huellas que va dejando tras de sí las

producciones de lo inconciente.

Ahora bien, debería preguntarme entonces, si lo real del trauma, lo que está en el origen, sólo

podemos bordearlo a través de la construcción en análisis, y si la construcción es siempre no toda, si

siempre queda un resto, algo que se mantiene velado…¿Hasta donde nos aproximamos? Y en esa

aproximación ¿Qué es lo que se modifica?

Cualquier acontecimiento se organiza alrededor de la lógica de la castración, lógica que organiza la

estructura, y es a partir de ahí que se construye un saber en relación a una verdad, verdad que tiene

que ver con lo real del trauma. El tema es que el acontecimiento puede ser rechazado o asimilado

dentro de ese modo de organización.

Me interrogo sobre cuáles son las razones, si las hay, para que algún aconteciendo sea rechazado

desde la perspectiva de esta lógica. Me refiero a aquello que pueda quedar excluido, por fuera de la

estructura…en relación a las condiciones que intervienen en esto: ¿Puede el acontecimiento en su

contingencia, en el hecho en que se manifiesta como trauma en su acontecer o no acontecer

modificar la manera en que se organiza cierta estructura?

- Bibliografía

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Biblioteca Nueva, Madrid 1968.

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Madrid, 1968.

· Freud, Sigmund: Obras completas. “Moisés y la religión monoteísta” (1937) Tomo III. Ed. Biblioteca

Nueva. Madrid, 1968.

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Fliess. Manuscrito y notas de los años 1887 a 1902. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1968.

· Freud Sigmund: Obras completas. “Lo ominoso”. Biblioteca Nueva. Madrid, 1968.

· Kuri, Carlos: Introducción al psicoanálisis. Ediciones Homo Sapiens. Rosario 1994.

· Lacan, Jacques: Seminario 11 – “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Ediciones

Paidós. Buenos Aires, 1997.

· Lacan, Jacques: Seminario 17- “El reverso del psicoanálisis.” Ediciones Paidós. Buenos Aires,

1997.

· Lacan, Jacques: “El Mito individual del neurótico”. CD Room Freud Total.

· Laplanche y Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. Ediciones Paidós. Buenos Aires, 1998.

· Maciá, Clivia Ana: Los miércoles a las 10. “Metapsicología. Tópica y après-coup” del libro. Clases

teóricas de Epis 1. UNR editora. Rosario, 2003

· Pujó, Mario:“Trauma y desamparo” http://www.vivilibros.com/excesos extraído del libro: “Lo que

no cesa” del psicoanálisis a su extensión. Ediciones del Seminario. Colección Filigrana. Buenos

Aires, 2001.

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