El modo freudiano /Clase 1/ de 3 / JRS/ UNR. Psicoanálisis 1
///“Sostengo que todos tuvimos una locura divina en los albores de nuestras vidas. Mi mérito que no es poco, consiste en haber levantado el velo divino. Esa amnesia encubre un amor enceguecedor. La madre enloquece con su bebé, con que fue su propia carne y sigue siéndolo. En esa simbiosis absoluta, las condiciones son creadas para que él se sienta inmortal” (2)El texto freudiano de 1914, “Introducción del Narcisismo”, es un trabajo de notable riqueza para captar el estilo freudiano de producir conocimientos, es decir, su forma metodológica de construir la teoría y su red de conceptos. Hacemos referencia a ese aspecto dado el valor que el mismo tiene al hacer visible el paso a paso de Freud, sus modos de investigar, y de conjeturar hipótesis teóricas y clínicas. Ya en otro texto, contemporáneo a éste, en la introducción, lo encontramos a Freud argumentando sobre su “metodología de la investigación”, aunque sin exigencia de justificarse epistemológicamente. Nos referimos a “Pulsiones y destinos de pulsión”(3) texto mayor en su obra que aborda uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis, la pulsión y sus vicisitudes. Allí nos dice de lo necesario de convenir (convención) y aceptar la presencia de articuladores conceptuales que nos permitan avanzar en la construcción de la disciplina psicoanalítica en gestación. En relación al texto que abordamos en esta ocasión, son las dificultades en el trabajo clínico las que lo llevan a indagar sobre la necesidad de introducir un concepto como el de Narcisismo que pueda esclarecer algunos de los desencuentros entre la teoría y la clínica. Puntuar tal desencuentro y reconocerlo, no implica eliminarlo en un pretendido idilio de correspondencia total entre teoría y clínica. Justamente, y por el contrario, son los impases de la práctica y sus relatos en la clínica los que le permiten avanzar en su trabajo de construcción y rectificación teórica. L
El observable clínico. Apremio clínico y metapsicología.
Freud advierte en su trabajo como analista que algunos pacientes tiene dificultad en establecer un lazo con el analista, lazo necesario para desarrollar la cura. ¿Qué es aquello que impide a algunos sujetos forjar el vínculo en el tratamiento analítico? Hecho que, además, contrasta con los neuróticos siempre tan dispuestos a adherir al analista (4). Freud nos dirá que es una dificultad en la transferencia, a la que define como aquel falso enlace que se dispara en el análisis y actualiza formas tempranas de satisfacción-insatisfacción, afectos de amor-odio, etc.; forjados en tiempo esenciales de la infancia. Llamará neurosis narcisistas a aquellas neurosis con dificultad para la instalación de la transferencia, y en ese texto, las relacionará con la pobre asignación libidinal hacia los objetos por parte de esos sujetos.
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(1) Freud introduce el concepto de Narcisismo en la masa teórica y señala la introducción del niño a las operaciones constitutivas.
(2) E. Rodrigué. El libro de las separaciones. Editorial Sudamericana. Buenos aires (2000).
(3)“Pulsiones y destinos de pulsión” (1914). Sigmund Freud OC Amorrortu Editores Tomo XIV.
(4)Podemos decir: el neurótico tiene un “apronte de infancia” para hacer vínculos transferenciales de repetición.
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En cuanto a la dinámica libidinal, distingue aquí entre una asignación, colocación libidinal en la cual el Yo es el objeto libidinizado, y aquella libido desplegada sobre los objetos. Las nombra como libido narcisista y libido objetal respectivamente. En ese texto de 1914, le atribuirá al Yo la función de reservorio libidinal, idea que modifica luego en su texto “El Yo y el Ello” de 1923 cuando ya dispone de la segunda tópica. Deducirá de esta manera que algunos pacientes no pueden ceder, investir libidinalmente el vínculo analítico, retrayéndose sobre sí mismo. Esta dificultad en la clínica lo lleva a introducir en la teoría, como concepto, el Narcisismo. Tenemos aquí una versión de la transferencia analítica relacionada con la posibilidad de que el analizante invista libidinalmente al analista. Nos señala Freud que esto, no siempre acontece. La clínica lo demuestra.
Narcisismo, su introducción
El concepto de narcisismo es propuesto entonces por Freud. Indica, como momento, las operaciones de constitución que implican la toma del sujeto por las investiduras narcisizantes del otro primordial de los cuidados. La madre, la madre del narcisismo, cumple la función de ubicar al niño en un lugar valioso. Lo identifica en el lugar del falo. El niño, por su lado, se identifica allí donde lo reconocen y lo “identifijan”,” término de Lacan para indicar la fijación en esa posición identificatoria al menos por un tiempo.
Vemos entonces que la función de la madre es posibilitar que su hijo sea alojado en un lugar de “bien decires” y de predicados elogiosos. El niño es, así, el sujeto del juicio atributivo parental: mi hijo es hermoso, inteligente, “inmortal”(5) Su majestad el bebé, como nos dice Freud en su texto. Es evidente que el niño será un rey, pero la madre, los padres, serán los padres del Rey. Síntesis freudiana: el narcisismo del niño es el narcisismo de los padres, redivivo y exacerbado. Encontramos al niño majestuoso en las palabras ensalzadoras y cobijantes de la madre. El niño ocupa, en el mejor de los casos, un buen lugar en el discurso de su madre, en su deseo materno. La madre hará lugar al niño, sus brazos, sus palabras y su mirada serán alojamiento propiciante en los inicios. Ya no se trata de su vientre continente sino de su buen deseo. Donald Winnicott(6) llamará a esta función de la madre, una madre suficientemente buena (goodenoughmother).
Podemos preguntarnos sobre esa generosidad “desinteresada” de predicados ideales por parte de los padres. Al decir de Freud en su texto, el narcisismo del niño es el narcisismo actualizado por y en el adulto, es el narcisismo infantil de los padres reeditado en el vínculo actual con su retoño. El derroche es con ellos mismos, ya que son los padres del valioso bebé.
Decimos entonces, hay un tiempo temprano en el niño que se define por ser alojado en las buenas palabras del Otro, tiempo necesario del narcisismo que hace a la constitución del Yo como instancia psíquica, así como al Yo Ideal y el Ideal del Yo.
El texto de 1914 que nos ocupa se inicia con una definición tomada de P. Näcke (1899) para alejarse prontamente de la misma. Refiere Näcke la manera en que un sujeto (el niño) trata a su propio cuerpo como si fuera un objeto sexual, otro. Lo acaricia y lo mima para obtener placer. Esta conducta que puede ser tildada de perversa por Näcke, por el contrario, para Freud debe pensarse como un tiempo en el desarrollo libidinal, propio del vínculo con el otro, esencial en la vida del cachorro humano. Podemos decir, vínculo de amor del otro sobre el niño.
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(5)La enseñanza sabia dice “morirá tu padre, morirás tú, morirá tu hijo”, ley natural que impide que los padres vean morir a sus hijos. Es decir, los sobrevivirán, son inmortales para ellos, al menos que esa ley natural se altere siniestramente.
(6)Reconocido psicoanalista inglés (1896-1971). Su obra fue notable; centró sus investigaciones en la relación madre-lactante, la constitución y evolución del sujeto a partir de tal relación.
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Freud nos propone, entonces, un tiempo constituyente en el sujeto que llamará Narcisismo:
/// “surgió la conjetura de que una colocación de la libido definible como narcisismo podía entrar en cuenta de un radio más vasto y reclamar su sitio dentro del desarrollo sexual regular del hombre”(7)
Colocación libidinal en un tiempo temprano luego del autoerotismo (8) , territorio nativo perdido, que Freud deberá deducir /construir en su teoría a partir de observables clínicos para, desde allí, proponernos un Narcisismo Primario.
///“El narcisismo primario que suponemos en el niño, y que contiene una de las premisas de nuestras teorías sobre la libido, es más difícil de asir por observación directa que de comprobar mediante una inferencia retrospectiva hecha desde otro punto”(9)
Recordemos también que Freud no observaba bebés ni condujo análisis con niños, sin embargo, podemos decir que en todo adulto están las marcas del niño que ya no es:
///“La observación del adulto normal muestra amortiguado el delirio de grandeza que una vez tuvo, y borrados los caracteres psíquicos desde los cuales hemos discernido su narcisismo infantil”(10)
Las vías de demostración. Las preguntas de Freud.
Como ya señalamos, y como es habitual en la obra freudiana, también en este texto aparece un par conceptual contrapuesto. Según la colocación de la libido se denominará “libido narcisista” -o yoica- en tanto invista al Yo, y “libido objetal” si la misma es colocada sobre los objetos. Este complemento libidinoso (11) al interés psíquico general, permite que el sujeto mantenga un lazo con el mundo externo y sus objetos significativos. La dupla conceptual (libido narcisista y libido objetal), le permite al profesor de Viena describir y explicar varios fenómenos clínicos que coloca en una serie. Esas series son sus vías de demostración para validar el narcisismo como momento constituyente del sujeto. Recordamos aquí, que ninguna operación de constitución, de las que habitualmente mencionamos, es sin el soporte del Otro. Nada se autoengendra en el sujeto por venir.
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(7)“Introducción del narcisismo” (1914) Sigmund Freud. OC Amorrortu Editores Tomo XIII
(8)En “Tótem y Tabú” (1913) Freud escribe: “Las pulsiones sexuales, en sus tempranos comienzos no se hallan aún orientadas hacia ningún objeto exterior. Cada uno de los componentes pulsionales de la sexualidad trabaja por su cuenta en busca del placer, sin preocuparse de las demás y hallan su satisfacción en el cuerpo del individuo, esta es la fase del autoerotismo a la cual sucede la de la elección de objeto” (…) “Un estudio más detenido ha hecho resaltar la utilidad e incluso la necesidad de intercalar entre estas dos fases, una tercera. En esta fase intermedia las tendencia sexuales, antes indiferentes unas de otras, aparecen reunidas en una unidad y han hallado su objeto, el cual no es un objeto exterior ajeno al individuo sino su propio yo constituido ya en esta época. El sujeto se comporta como si estuviese enamorado de sí mismo, y las pulsiones del yo, y los deseos libidinosos no se revelan aun a nuestro análisis con una diferenciación suficiente (…)” OC Amorrortu Editores Tomo XIII
(9)Introducción del narcisismo” (1914) Sigmund Freud OC Amorrortu Editores Tomo XIII
(10) Ibid
(11)En este texto sobre narcisismo de 1914 Freud discute con G. Jung, quien pretende eliminar la distinción freudiana entre una energía psíquica general y la libido, como energía sexual, pulsional, articulada al deseo. Jung intenta desexualizar la libido proponiendo una energía única. Freud no cederá ante esta pretensión de C. G. Jung.
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En la argumentación freudiana las dificultades en la clínica son referidas a aquellos pacientes que no pueden establecer un lazo con el analista, es decir, no disponen de enlace libidinal para la transferencia. Ésta observación clínica puede tomarse también como una vía más de demostración del nuevo concepto de la teoría. Allí, además, habrá que pensar cómo establecer, en una clínica diferencial, el tratamiento analítico posible más allá de ese obstáculo.
Otra de las vías de demostración que nos propone observar es la Demencia precoz (E. Kraepelin) o la Esquizofrenia (E. Bleuler), que Freud, por su lado, denomina Parafrenia. Allí pone énfasis particularmente en una de sus manifestaciones sintomáticas restituyente de la Parafrenia: el delirio megalómano. Este delirio se expresa por un engrandecimiento yoico que se acompaña de un discurso de grandeza y de poderío del sujeto, fácilmente detectable. El sujeto es poderoso, domina el mundo, dirige los planetas, es inmortal, invulnerable, etc. Lo interesante a tener en cuenta aquí, es que Freud instala dos preguntas de rigor metodológico que es necesario remarcar: ese momento megalómano del adulto ¿es excepcional, sale de la nada, o por el contrario, tiene algún antecedente? ¿Y qué se evidencia clínicamente antes de ese estado de delirio como preparatorio al mismo? Freud nos responde que el delirio megalómano es un movimiento segundo, es una operación de restitución en el sujeto. Lo nombra como intento de cura en tanto modo de reconexión con el mundo externo, con la realidad. Si se plantea una reconexión significa que se la ha perdido con anterioridad lógica. Preguntas del maestro de Viena que lo orientan en su trabajo y que usufructúa la psiquiatría reconocida de su época. Dirá que la situación previa al desencadenamiento delirante consistirá, tal como lo describía la semiología psiquiátrica pero sin articularlo, en el “retiro de los lazos del sujeto con el mundo que lo rodea”. Es decir, un marcado desinterés, un retiro de las asignaciones libidinales previas sobre el mundo externo. El rasgo diferencial con las neurosis es que ese retiro libidinal del mundo ,en el neurótico, ahora inviste la fantasía. En las psicosis esto no ocurre, y la retractación de la libido sobre sí, como consecuencia de retiro libidinal de los objetos, recaerá sobre el Yo, engrandeciéndolo. En cuanto al primer interrogante, agregará -y aquí ponemos el acento-, que esa posición no es excepcional, “no es una creación nueva” sino la presencia “amplificada y sin regulación” de una posición o estado previo del sujeto. Es decir, el sujeto en algún momento se sintió todopoderoso, y sin límites. Ese estado anterior, primario, nos dice Freud , en el desarrollo está oscurecido (¿encubierto? ¿amnesia infantil?) por múltiples influencias (restricciones / prohibiciones). Bien, llamará Narcisismo Secundario a tal regreso ( introversión) de la libido desde los objetos (mundo externo) al Yo. Sostiene, de ese modo, que es Secundario ese narcisismo, no porque continúa al Primario sino para indicarnos que es luego de investir-ceder libido a los objetos. La alteridad, lo diferencial del objeto, es necesaria. Se trata aquí del objeto como diferente y separado. Nos detendremos ahora en esta vía clínica que Freud, con su maestría, señala ¿Cuál es ese antecedente, ese estado anterior, que ahora aparece en forma de síntoma de una psicosis? Pensamos que allí Freud nos muestra el tiempo del narcisismo primario para decirnos, en cuanto a la distribución libidinal, que libido narcisista y libido objetal coinciden (amor ideal). El primer destino del objeto es ser el Yo, y el primer destino del yo es ser el objeto libidinal. Retroactivamente, desde el observable clínico de la psicopatología, deduce / construye el tiempo del narcisismo primario. Ubicamos allí al Yo Ideal, es decir al yo en el lugar del ideal. Podemos decir, anticipándonos, que el yo aún no tiene un ideal, es el ideal. Y se podría decir que es el ideal de los padres. El ideal del yo es un relevo de la perfección narcisista primaria del Yo Ideal, pero separado del yo por un desacople inevitable. Este tiempo fundamental de la estructuración del sujeto esta sostenido por la función madre, quien con su Deseo Materno lo ubica, lo identifica, y lo “identifija” al lugar del falo. Juego de palabras de J. Lacan , para señalar, la fijación en la posición de falo de la madre, por efecto de la identificación. El niño, por su parte, debe identificase a ese lugar de completamiento narcisístico que la madre le propone, el falo imaginario, para luego salir de esa posición. Tiempos del Edipo, como enseña Lacan en su Seminario V del año 1958, donde el narcisismo oficia de primer clivaje para el sujeto por venir, viniendo…
////“En el primer tiempo y la primera etapa, se trata de esto: es que de alguna manera, en espejo, el sujeto se identifica a lo que es el objeto del deseo de la madre, y esta es la etapa, si puedo decir, fálica primitiva, aquella donde la metáfora paterna obra en sí, en tanto que, ya, en el mundo. La primacía del falo está instaurada por la existencia del símbolo del discurso y de la ley”(12)
Desde este Yo ideal, marcado por el narcisismo primario a partir del Otro, el yo debe desarrollarse hacia el mundo de los objetos exogámicos a partir de una prohibición a permanecer con su madre (madre fálica-hijo narcisista). Esto acontecerá por la inscripción (represión) de la barrera del incesto, su interdicción. Regulación, en tanto ya existente en el mundo dado, “la existencia del símbolo del discurso y de la ley” (J. Lacan) dirigida, por un lado, al niño, pero por otro lado esencialmente dirigida hacia la madre, en cuanto prohibición de no retenerlo allí. Es decir, prohibición de retenerlo en el lugar de ser todo suyo y de cobertura de su falta. Volvamos al texto de Freud donde nos dice:
Contexto. Apertura hacia la segunda tópica.
Como ya señalamos, Freud se ve en la necesidad de incorporar el concepto de Narcisismo ante algunas dificultades en la clínica, específicamente, problemas en el establecimiento de la transferencia. Algunos años antes, con su trabajo sobre Schreber (14) extiende su preocupación sobre las psicosis al sostener que el psicoanálisis pierde su gran eficacia, ya que son las neurosis de transferencia las que se benefician ampliamente por el tratamiento analítico. Acompaña de fondo, a este texto sobre el narcisismo, las discusiones(15) sostenidas con su contemporáneo, Carl Gustav Jung. Poco tiempo después, ante divergencias teóricas fundamentales, se distancian definitivamente. Por otro lado, su esquema inicial de clasificación de las pulsiones comienza a resquebrajarse dado que ahora el Yo, como instancia psíquica participa de investiduras libidinales, se sexualiza(16) . Es decir, ya las pulsiones de autoconservación o yoicas versus las pulsiones sexuales pierden su nítida diferenciación; por lo que proponemos tomar este texto como texto bisagra hacia el giro de 1920 con lo propuesto en “Más allá del principio del placer”. Texto de cierre de su modelo pulsional con la instalación del concepto de Pulsión de muerte y la compulsión de repetición.
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(12)Jacques Lacan. Seminario V, Las formaciones del inconsciente. 1958 “Clase X”.
(13)“Introducción del narcisismo” (1914) Sigmund Freud. OC Amorrortu Editores Tomo XIII
(14)S. Freud “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoide) descrito autobiográficamente” (1911 [1910]). Amorrortu Editores Tomo XII
(15)Se puede apreciar también en este escrito de 1914 como Freud le contesta a G. Jung.
(16)Se anuncia aquí, ante la insuficiencia de la primera tópica, la llamada “segunda tópica freudiana” presentada en dos escritos mayores: “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1920) y “El Yo y el Ello” (1923)
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Este camino se complementará hacia 1923 con la segunda tópica freudiana de “El Yo y el Ello”(17) , haciendo emerger así, las respuestas ante las carencias de la primera tópica, exigida por la clínica. Volviendo al trabajo de 1914 sobre el narcisismo, Freud anuncia que el Yo, como instancia psíquica, debe desarrollarse. No es posible pensar en esa instancia como advenida desde la nada ni como auto engendrada, por el contrario, se estructura a partir de operaciones particulares dentro del tiempo constituyente del narcisismo. Insistimos, narcisismo que no es sin la presencia del otro narcisizante. Antecede a la constitución del Yo, en esta secuencia de operaciones libidinales, un estadío temprano que Freud denomina autoerotismo. Sostenido en un cuerpo desglosado libidinalmente este autoerotismo, funciona sobre un cuerpo erógeno parcializado por las demandas del otro sobre ese cuerpo. Las zonas erógenas parciales, zonas de borde que remarcan mucosas excitables, son orificios de la demanda del Otro pulsional sobre el sujeto en su advenimiento. Es necesario señalar aquí que el otro del narcisismo, sostenido por el Deseo materno, se diferencia de esta función del Otro del autoerotismo; es decir, el otro de la demanda real sobre ese cuerpo. No es una demanda de amor totalizante e imaginaria, es una demanda pulsional relacionada con el Ello.///“¿Qué relación guarda el narcisismo, de que ahora tratamos, con el autoerotismo, que hemos descrito como un estado temprano de la libido? (…) Es un supuesto necesario que no esté desde el comienzo en el individuo una unidad comprable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya”(18) Inicialmente, entonces, hallamos el autoerotismo con su cuerpo parcelado al cual una operación psíquica debe agregarse y producir una instancia totalizante. Un cuerpo como una superficie delimitada que funcione como totalidad, como lugar de reconocimiento y del sí mismo. Esta “nueva acción psíquica” como la llama Freud, la llamaremos identificación especular. Lacan nos ayuda con su texto de 1949 sobre el Estadio del espejo(19) , en lo que se llama el modelo óptico del espejo plano, como así también en su observación al informe que Daniel Lagache (20) ofreció en el Congreso Internacional de Royaumon, en 1958 (21). Remitimos también al Seminario 1 de 1953/54 (22) , particularmente a los capítulos VII “La tópica de lo imaginario”, y XI “Ideal del Yo y Yo- Ideal”. Decimos entonces, el niño se identifica y es identificado, y allí fijado y reconocido para el otro en su función de semejante. Constituida esa unicidad, a partir del lugar del Otro vemos cómo se pasa del cuerpo fragmentado al cuerpo unificado. Este soporte materno del narcisismo debe completarse
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(17) S. Freud “El yo y el Ello” OC Amorrortu Editores Tomo XXI
(18)S. Freud “Introducción del Narcisismo” (1914 ) OC Amorrortu Editores Tomo XIV
(19)Remitimos aquí al trabajo de J. Lacan presentado al Congreso en Zúrich, en 1949: El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica (debe leerse Moi en vez de Je) El Je como pronombre personal y el Moi como la instancia freudiana, aquí se trata del Moi (Yo) Escritos I Siglo XXI
J. Lacan Observación sobre el informe de Daniel Lagache: “Psicoanálisis y estructura de la personalidad”, Escritos II Siglo XXI.
(21)La ponencia de Daniel Lagache de 1958 fue “El psicoanálisis y la estructura de la personalidad”, Lacan le responde en 1960.
(22)J. Lacan Seminario I “Los escritos técnicos de Freud” (1953-54) Editorial Paidós.
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propiciatoriamente cuando la madre acepte a esa unidad (el hijo) como distinta de ella, es decir, la instalación de un “distinto de mí”, materno, que permita al niño un “sí mismo”. La primer matriz de lo que va a ser el Yo es el Yo Ideal. Tiempo necesario en el niño de creencia que su Yo es ideal. Encaje cuasi perfecto en el otro para que lo ame. Luego, seguirá un tiempo normativo, y de diferenciación, que permitirá una separación saludable entre Yo e Ideal. Constituida esta instancia psíquica, del Yo, cobra todo su valor la dupla “libido yoica y libido objetal”, que permite reflexionar sobre ciertos observables clínicos antes no comprendidos por la clínica psiquiátrica. Son ejemplos notables, cómo la enfermedad orgánica, la hipocondría, las parafrenias, etc., puede ser explicadas en sus mecanismos internos , a partir de estas asignaciones libidinales propuestas en este texto. Libido yoica, libido objetal. Sandor Ferenczi, reconocido analista húngaro, es quien advierte a Freud sobre la incidencia de la enfermedad orgánica en la distribución libidinal del sujeto. Un dolor físico, producto de una enfermedad en el cuerpo biológico, implica una resignación de libido sobre los objetos del mundo exterior. Retira de sus objetos amorosos su libido para abocarla al cuerpo que sufre. Deja de amar, nos dice Freud.
La vida amorosa
Freud, añade a sus vías de demostración y validación del concepto de “narcisismo” (la enfermedad orgánica, la hipocondría, las parafrenias y las neurosis narcisistas), afirmaciones luminosas sobre la vida amorosa de los sexos. Es decir, el campo amoroso entre los sujetos, sus elecciones.
///“Una tercera vía de acceso al estudio del narcisismo es la vida amorosa del ser humano dentro de su variada diferenciación en el hombre y en la mujer. Así como al comienzo la libido yoica quedó oculta para nuestra observación tras la libido de objeto, reparamos primero en que el niño (y el adolescente) elige sus objetos sexuales tomándolo de sus vivencias de satisfacción. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas a remolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan(23) al principio en la satisfacción de las pulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; ahora bien, ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen de los primeros objetos sexuales: son, sobre todo, la madre o su sustituto”(24)
Se hace necesaria aquí una aclaración con respecto a tal apuntalamiento, para evitar un posible desvío que propone un auto-engendramiento pulsional sostenido en un suelo biológico previo y facilitante. Tal desvío parecería que se produce, en algún aspecto, cuando el concepto de apuntalamiento es significado y usado desde una concepción genético-evolutiva desde la cual se especula que sobre, luego y a partir de la función biológica de algunas zonas del cuerpo, se genera, nace o se inicia la pulsión. Preferimos leer que el concepto que gesta Freud de “apoyo” (Anlehnung) describe, claramente, cómo frente a la indefensión (inermidad, desamparo) biológica del niño la función del otro de la conservación, el otro del apoyo o apuntalamiento, es esencial. El acento conceptual está puesto en el “otro”, y no en el automatismo biológico que despliega una funcionalidad sexual espontánea.
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(23)El subrayado es nuestro.
(24)S. Freud, “Introducción del narcisismo” (1914) OC Amorrortu Editores Tomo XIV
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Esto precisa algo de la sexualidad en cuanto permite indicar la génesis de la misma a partir de una erogenización del cuerpo(25) acontecida desde esta dependencia con el otro primordial: la madre. Visto así se despeja más la cuestión, como lo señala Lacan, pues apunta a que es por las operaciones de ese otro que se aísla la zona erógena, alejándola del metabolismo de la función biológica. Son las operaciones del otro sobre ese cuerpo lo que demarca las erogenidad y la zona erógena como fuente pulsional. Por allí circulan las demandas y el intercambio entre el sujeto adviniendo y el otro de la constitución. Demandas pulsionales, entonces, sobre ese cuerpo del infante que erogenizan aquellas partes del cuerpo recortándolas de su suelo biológico. La sexualidad nace apoyada en los bordes exteriores del cuerpo que cumplen una biofunción pero que debe perderse, por ejemplo alimentación-excreción(26) Insistimos, que nace apuntalada por esas operaciones del Otro sobre el cuerpo, y acentuamos esta interpretación al decir que la doble función del órgano no es sin el otro(27) lo que equivale a afirmar que la libidinización de esas zonas de borde son rastros y marcas (demandas) del otro sobre ese cuerpo.
La salida del narcisismo primario
En su texto Freud nos indica que el yo debe desarrollarse más allá de sus matrices iniciales (Yo Ideal). Así la represión - inscripción de la prohibición del incesto - permite por inscripción de la falta la construcción de un “ideal” que el yo ahora puede tener. El ideal del yo será recuperar el yo Ideal. Desde ese estado inicial -el narcisismo primario- el niño debe salir, y lo hace por dos caminos: por un lado, con la constitución de un Ideal del Yo, y, por otro lado, a través de la búsqueda de objetos (exogámicos) alejados de la dupla narcisística. Regulado ahora por la función del padre, en tanto prohibición de permanecer con su madre y en tanto prohibición - para la madre - de reintegrar su producto, de ese modo sale el niño de su cautiverio narcisista. Es el padre, quien en su función tercera, dice que “dos no pueden ser uno”. Tiempo necesario en el cachorro humano -el cobijo narcisístico- que deberá abandonarse para dar lugar a una carencia y la consecuente aspiración de retorno a ese paraíso sin sombras, construido imaginariamente sin fisuras a partir de su pérdida. Sólo agregaremos, para concluir por ahora, que el abandono del Yo ideal, retroactivamente instalado desde el Ideal del yo ( todo paraíso es perdido), es posible en su normativización a partir de la prohibición del incesto. Es decir, del Edipo y su desfiladero , como posibilitador hacia la exogamia nostálgica.
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(25)S. Freud, “Introducción del narcisismo” (1914) OC Amorrortu Editores Tomo XIV.
(26)Recurrimos aquí a un párrafo de Lacan de “Subversión del sujeto”: “La delimitación misma de la “zona erógena” que la pulsión aísla del metabolismo de la función (el acto de la devoración interesa a otros órganos aparte de la boca, pregúntenselo al perro de Pavlov) es el hecho de un corte favorecido por el rasgo anatómico de un margen o de un borde; labios, “cercado de los dientes”, margen del ano, surco peniano, vagina, hendidura palpebral, incluso cornete de la oreja (evitamos aquí las precisiones embriológicas). La erogeneidad respiratoria está mal estudiada, pero es evidentemente por el espasmo como entra en juego” Lacan, Jacques (1960) Escritos I Siglo XXI 1971. Pag. 329.
(27)Silvia Bleichmar es clara en este aspecto cuando recuerda que considerar la función materna como función narcisizante es insuficiente. La madre, en tanto sujeto del inconsciente, en su accionar precipita constelaciones libidinales cuyo origen no es en principio narcisista sino pulsional. Se renuncia al autoerotismo por amor, de allí el carácter paradojal y las trampas del amor materno. Es decir, la madre introduce al niño en una seducción cuyas determinaciones y origen desconoce. Diarios Clínicos 1 “Psicosis en la infancia” 1990. Lugar Editorial.
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Una vez más Freud en su texto:
///“Las perturbaciones a que está expuesto el narcisismo originario del niño, las reacciones con que se defiende de ellas y las vías por las cuales es esforzado a hacerlo, he ahí unos temas que yo querría dejar en suspenso como un importante material todavía a la espera de ser trabajado; su pieza fundamental puede ponerse de resalto como Continuaremos
Prof. Jorge Rodríguez Solano /UNR
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