Nota publicada en la Revista de la UNR "Extensión Digital" Nº 7 ( año 2010)
Don Mario, nuevamente.
Hace pocos días, el 15 de marzo[1], visitó nuestra ciudad Mario Bunge. Invitado por una empresa local, dictó charlas y se prestó a reportajes, como habitualmente lo hace, para distintos medios locales y nacionales.
Una vez más Bunge opinó. Es bueno decir que opinar es una pasión del ser humano, “opinólogo” acuñó la voz popular para ese ejercicio de las ideas y las palabras. La Doxa (opinión) reverbera al ser citada por opinólogos de segunda mano, y así echa a andar. Lejos estamos de la razón, del saber, la episteme.
No puede el ilustre visitante, cuando lo reflectores se encienden, hablar sin mencionar algo respecto al psicoanálisis o la psicología. Dos temas que siempre lo ocupan con tono despectivo y provocador y en esta última ocasión, autoritariamente. Es necesario aclarar que se trata de notas periodísticas, ya que no tenemos registros de conferencias, paper, estudios, investigaciones, publicaciones serias sobre el psicoanálisis o la psicología por parte de este opinólogo. Decimos entonces a don Mario que opine, silvestremente. Opinando se llega a una opinión. Lejos se está de saber, lamentable situación para un hombre de “ciencia”.
Sin embargo, lo que más me preocupó de sus malabarismos verbales, es su consigna autoritaria de cerrar las facultades de psicología y echar a sus profesores, como así también sus afirmaciones erróneas y parciales, como por ejemplo hablar de la cantidad de licenciados en nuestro país y “ningún” doctor (Sic.). Muchas de nuestras facultades nacionales tienen abundante cantidad de doctores egresados de sus doctorados, como también de universidades del exterior, que nutren los claustros docentes de las universidades pública y privadas de psicología. ¿A que doctorados se referirá don Mario? ¿Sólo a los que su concepción única reconoce y habilita?
La preocupación y fastidio, ante esas palabras intencionadas, sin embargo, también trajeron recuerdos y “asociaciones” en mis pensamientos, valioso método del psicoanálisis - la asociación- para espanto del científico visitante y su metodología de la investigación.
Cursé el último año de la carrera de psicología en el año 1976, egresé en diciembre de ese año. El 24 de marzo 1976 comenzó la noche siniestra de la dictadura y todo se ensombreció. Entre los objetivos de los militares “purificadores” estaba el cerrar las carreras y facultades de psicología nacionales, o al menos expulsar al psicoanálisis y sus profesores de sus claustros. Por supuesto, muchos de aquellos profesores debieron exiliarse, otros desaparecieron en manos de los asesinos. En aquellos tiempos siendo auxiliar alumno de la cátedra Dinámica de Grupos, debí alejarme forzadamente ya que la cátedra se disolvió, se cerró. Toda reunión, grupo, se consideraba subversiva. Cuando leí la nota, entre otras, que escribe don Mario en la Nación (15/04/10) y que se reproduce en este número de Extensión Digital, pensé que sus estampidas verbales sin moderación nos ofenden y dañan sin justificación alguna, desconocen nuestra historia. Es notable como puede alguien quedar haciendo coro, con las concepciones únicas, autoritarias y soberbias de los militares golpistas y asesinos de nuestra historia. Bien claro fue mi colega Isidoro Vegh en una entrevista cuando señaló “Solo los dictadores le temen al psicoanálisis”
Algo más se asoció en mi pensamiento. También, Don Mario, trajo en mí un recuerdo bibliográfico grato. Recordé una carta de don Alberto a Freud en el año 1936, carta que hallé en el 3er. Tomo de la biografía sobre Sigmund Freud de Ernest Jones que estaba en mi biblioteca. Allí estaba, en la página 222, de la edición de octubre de 1976 (Horme).
Fue un placer volver a leer el intercambio de cartas de estos dos grandes hombres del siglo XX. Quiero compartir con los lectores de Extensión Digital las palabras de Don Alberto, que muestran el espíritu de un científico abierto, bien dispuesto y sin necesidad de provocaciones estériles.
Princeton 21 de abril 1936
Distinguido Sr. Freud:
Me siento feliz de que a esta generación le haya tocado en suerte la oportunidad de expresar su respeto y su gratitud a Ud., que es uno de sus más grandes maestros. Seguramente no le fue fácil lograr que la gente profana, escéptica como es, haya llegado a hacerse al respecto un juicio independiente. Hasta hace poco, lo único que me era posible captar era la fuerza especulativa de sus concepciones, a la vez que la constatación, digna de consideración, de la enorme influencia ejercida sobre la Weltansschauung [concepción del mundo] de nuestra presente era, aún sin estar en condiciones de hacerme un juicio independiente acerca del grado de verdad que contenía. Pero hace poco tuve la oportunidad de oír algunas cosas, no muy importantes en sí mismas, que a mi juicio descartan toda interpretación que no sea la que Ud. ofrece en su teoría de la represión. Me sentí encantado de haber dado con estas cosas, ya que siempre es encantador el ver que una grande y hermosa concepción concuerda con la realidad.
Con mis más cordiales deseos y mi profundo respeto hacia usted.
Albert Einstein
P. S. Por favor, no conteste Ud. a esta carta. El placer que me produce la oportunidad que tengo de escribirle ya es suficiente para mí.
Distinguido Sr. Einstein
Su sugerencia de que no conteste a su amable carta es inútil, pues realmente tengo que decirle la alegría que me ha dado su cambio de opinión en relación con el psicoanálisis o, al menos, el comienzo de un cambio en tal dirección. Naturalmente siempre he sabido que Ud. me admiraba sólo “por cortesía” y que hay muy pocas afirmaciones de mi teoría que le convenzan. A pesar de esto, me he preguntado a menudo qué es lo que hay de admirable en ellas y que merezca su respeto si no son verdaderas, es decir si no contienen un alto grado de verdad. De paso, ¿no cree Ud. que yo hubiera sido mejor tratado precisamente si mis doctrinas contuvieran un mayor porcentaje de error y de delirio? Mis teorías hubieran sido más aceptables y menos enconadamente combatidas, ¿por qué no despreciar con el silencio y tomarse tantas molestias en combatir algo erróneo y delirante?
Es usted mucho más joven que yo, y puedo esperar que para cuando llegue a mi edad se cuente entre mis ‘partidarios’. Como yo no estaré en este mundo para comprobarlo, sólo puedo anticipar ahora esa satisfacción. Ya sabe lo que pienso ahora: “Anticipando orgullosamente tan alto honor, disfruto ahora...” [Cita de Fausto de Goethe, parte II, acto V]
Cordialmente y con invariable admiración y respeto
Sigmund Freud
Reencuentro feliz, en los viejos libros. Gran sensación cuando uno da en la talla de algunos y otros. Se trata de las diferencias. Albert Einstein, Sigmund Freud de un lado, del otro y distante, Don Mario.
Jorge Rodríguez Solano
Mayo 2010
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