"La pulsión no tiene para nosotros otro alcance
que examinar lo que es la satisfacción"
Jacques Lacan. (1)
Antecedentes del concepto pulsión en la obra freudiana, por supuesto debe ser advertidos en desarrollos anteriores a 1915, por ejemplo, en Tres ensayos6 como también en el Manuscrito E7, en donde se esboza ya la idea de una tensión sexual y de una libido psíquica. Sin embargo, nos inclinamos por hacer una operación de lectura del texto de 1915, en particular, ya que a nuestro entender presenta no pocas dificultades en el trabajo con nuestros alumnos de grado.
Al comienzo, es claro que Freud comienza su texto con un ejercicio, que nos gustaría llamar epistemológico. Toma posición allí, sobre la necesidad de recurrir a algunos conceptos fundamentales (Grundbegriff) como el de pulsión para avanzar en la producción de la teoría. Dice Freud "En rigor, poseen entonces el carácter de convenciones (Konvention), no obstante lo cual es de interés extremo que no se las escoja al azar, sino que estén determinadas por relaciones significativas con el material empírico, relaciones que se cree colegir aun antes que se las pueda conocer y demostrar". Jacques Lacan reforzará tal pronunciamiento, deslizándose hacia el término "ficción" tomándolo del conocido autor del utilitarismo inglés Jeremías Benthan8 (1748-1832). La pulsión será así uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Vemos en nuestra lectura cómo Freud, tomando la idea de estímulo como elemento del arco reflejo, se interroga en el texto sobre ¿qué relación mantiene la «pulsión» con el «estímulo»?. ¿Qué es este estímulo-carga del cual hay que librarse? y ¿cómo?.
Freud distingue tempranamente aquel estímulo, cantidad, tensión, carga, de la que se puede huir de aquel otro que requiere ligadura (Dürcharbeitung). Finalmente dirá, tal exigencia, tensión, de la que no se puede huir que hace límite entre lo psíquico y lo somático es la pulsión. Esta exigencia será identificada entonces como una presión constante a la descarga de la cual no puede evadirse. Nuestra pregunta entonces: ¿Cuál será el destino de tal exigencia? De esta manera, nos aproximamos a lo que Freud llamará luego un yo–real inicial9 (Real-ich). Así, el yo real inicial es aquella función que se halla regulada por la diferenciación entre lo que es susceptible de ser evitado y lo que no lo es. El carácter insoslayable de las exigencias pulsionales de esta manera se constituye como interior, es decir aquello de lo cual no puede fugarse. La fuga es la pauta para establecer, en este momento inicial tal diferencia. Acentuamos este aspecto que retomaremos más detalladamente en el siguiente apartado, cuando nos extendamos más acerca de las polaridades psíquicas. Es interesante remarcar aquí, nuevamente la firmeza de Freud por mostrar como -la diferenciación entre interior y exterior- no es un dato de inicio en la constitución del sujeto sino un proceso, es decir, que se adviene a tal diferencia. Recordamos, que esta imposibilidad de fuga ante tal exigencia es retomada por Freud en el texto sobre la represión cuando al inicio de su análisis sostiene "en el caso de la pulsión de nada vale la huida, pues el yo no puede escapar de si mismo"10.
Sin posibilidad de fuga ante tal requerimiento de descarga, introducimos el problema de los destinos pulsionales. En lo concerniente al concepto de destino/vicisitud (Schicksal) hay que despejar una posible confusión cuando se interpreta destino como algo del orden de una determinación fijada de antemano y ligada a la idea de fatalidad. Más fiel con el pensamiento freudiano es pensar el destino como vicisitud que le acaece y no que le es inmanente. Pensamos que se trata, como dice el Dr. de Viena, de algo que se opone a la prosecución de la pulsión, y es precisamente allí cuando debemos notar que los destinos pulsionales son aquellos a través de los cuales las pulsiones insisten como exigencias. ¿Cómo entender tal prosecución de la pulsión sino como un reclamo (Anspruch) de satisfacción? Así los destinos de pulsión serán modos de la defensa ante la prosecución de la pulsión, es decir aquello que se opone a tal satisfacción11.
Advertimos acá una lógica de trueque en la cual, sin posibilidad de evasión, habrá algo equivalente a tal satisfacción exigida. Es por un largo camino12, labor de la represión, lo que conduce a la satisfacción sustitutiva y la formación de síntomas. Que el síntoma pueda ser un modo de satisfacción puede servir de hilo conductor para entender la lógica neurótica.
El Drang, la medida de tal exigencia de trabajo es aquello que Freud determina como "su esencia misma"13. Esfuerzo, meta, objeto, y fuente son los cuatro términos que insistimos, no se articulan naturalmente y son disjuntos. No nos extenderemos detalladamente en estos cuatro elementos, pero no abandonamos la cuestión sin antes recomendarles con respecto a este punto que recuperen la lectura del articulo sobre pulsión del libro 'Primeras Jornadas de intercambio'14. Hay allí claridad para el que esté dispuesto a encontrarla. La invitación está hecha.
Para avanzar, tomaremos ahora algo que presenta alguna dificultad en la interpretación del texto de 1915. Nos referimos a la fuente (Quelle) de la pulsión sobre la cual escuchamos abundantemente decir que es somática, y esto a partir del siguiente párrafo: “El estudio de las fuentes pulsionales ya no compete a la psicología; aunque para la pulsión lo absolutamente decisivo es su origen en la fuente somática, dentro de la vida anímica no nos es conocida de otro modo que por sus metas”. De allí, no pocas veces advertimos -en nuestros cursantes, y no sólo en éllos- la tendencia a arrimar la pulsión al campo de lo biológico. El posible desarreglo a apartar es tomar precaución en cuanto a la idea de un autoegendramiento biológico de la pulsión. Tal desvío, nos parece que en algún aspecto, se produce cuando el concepto de apuntalamiento es significado y usado desde una concepción genético-evolutiva, desde la cual se especula que sobre, luego y a partir de la función biológica de algunas zonas del cuerpo, se genera, nace o se inicia la pulsión. Preferimos leer que el concepto que gesta Freud de “apoyo” (Anlehnung) describe, claramente, cómo frente a la indefensión biológica del niño la función del otro de la conservación, el otro del apoyo o apuntalamiento es esencial. Esto precisa algo de la sexualidad en cuanto permite indicar la génesis de la misma a partir de una erogenización del cuerpo15 acontecida desde esta dependencia con el otro primordial: la madre. Visto así, se despeja más la cuestión pues indicamos que es por la operación de ese otro significativo, operación sobre ese cuerpo, que podemos decir que el infante erogeniza aquellas partes del cuerpo recortándolas de su función biológica. La sexualidad entonces nace apoyada en los bordes exteriores del cuerpo que cumplen una función biológica que debe perderse, por ejemplo alimentación- excreción16. Agregaremos que esto puede ser expresado, también, como que nace apuntalada por esas operaciones del Otro sobre el cuerpo, y acentuamos esta interpretación al decir que esta doble función del órgano no es sin el otro17, lo que equivale a afirmar que la libidinización de esas zonas de borde son marcas del otro sobre ese cuerpo.
La noción de apuntalamiento, entonces, remite al Otro primordial a través de la demanda, ya que el objeto del deseo se afirma inicialmente como encabalgado sobre el objeto de la necesidad, de allí la razón de introducir el concepto (Anlehnung)18.
Si avanzamos un poco más, podremos preguntarnos –aceptando un repliegue en nuestro recorrido- ¿es posible huir de ese apremio, de esa exigencia del otro auxiliante?, que como dijimos en otro momento, aporta el campo del lenguaje y que tal exigencia ineludible se vehiculiza en una demanda (lenguaje) que impacta sobre el cuerpo. Es sobre esas zonas de borde, borde que se escinde de la función biológica para abandonarla, por donde circula la demanda de la madre. La pulsión por lo tanto va a tener algo de la huella de esa demanda materna. Prestamos atención, entonces a lo que en Freud insiste cuando advierte que es la indefensión original del cachorro humano lo que permite la incidencia y las huellas de ese otro auxiliador (Nebenmench).
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